Presumía Carmelo del Pozo con cierto tono de alivio que las mejores ofertas que habían llegado al club se centraban en las partes "importantes" del equipo, las mejor cubiertas en este proyecto: la defensa y la delantera. Ardía el teléfono preguntando una y otra vez por Pablo Marí y Domingos, cotizaba al alza Christian Santos y la búsqueda de delantero en el zoco de enero. El Deportivo se resistió y se definió. Las palabras del director deportivo permitían, de paso, colocarlo entre los defensores de la importancia del fútbol de áreas. Es muy probable que no le falte razón. Pero esa tácita menor atención a la media, que deslizó en su intervención de ayer, puede explicar algunas de las fisuras de una meritoria planificación deportiva coruñesa. ¿Qué pasa con el centro del campo?

El Dépor del rombo y la posesión lleva unos meses de atasco e incluso de involución futbolística en su sala de máquinas. Ha tenido fases brillantes esta temporada, por momentos aún las tiene, como ante el Albacete. Pero hace un tiempo que la incomodidad le domina. Los rivales ya le conocen y nunca llegó a encontrar a un verdadero mediapunta combinativo que le diese todo lo que necesitaba. A Vicente le cuesta ser el del inicio de temporada, Pedro Mosquera no cuenta, Didier Moreno solo está para ratos y en determinados contextos, Krohn-Dehli es una sombra de lo que fue. Y, últimamente, a Fede Cartabia y a Carlos Fernández hay más tiempo para echarlos de menos que para disfrutarlos. Con Álex cumpliendo en lo que se le exige y la brillante excepción de Edu Expósito, poco a poco al equipo le fue tirando más y más ese traje confeccionado a medida. Se reinventaba. Empezaba a ganar golpeando, replegado y corriendo. Variaba el guion hacia una versatilidad siempre útil, aunque obligada por la falta de respuesta con el modelo elegido. Adiós al mediapunta, hola a los extremos. El cambio de sistema le dio aire y es muy probable que lo siga haciendo cuando recupere efectivos que faciliten el fútbol asociativo, que le añadan registros. Pudo solventar esa deficiencia en el mercado de invierno. Trajo a Nahuel, se le escaparon Gaku y Unai López. La subsanó a medias. Por el medio se fue Carles Gil, con el que más de uno tiene el síndrome del fallecido, ese por el cual todos son buenos y se les echa en falta cuando se marchan, sin excepción, a pesar de cómo fuesen en vida. Los nombres, los que estaban y los que acaban de llegar, darán respuesta a un problema colectivo y un respiro a un Natxo ahogado y nublado con los cambios. Carmelo pregonó ayer que veía cubierta la zona de enganches y el juego interior, mientras recitaba a futbolistas de baja y anunciaba que rezaría para que la enfermería estuviese vacía en lo que resta de Liga. Ese sería ahora el mejor fichaje blanquiazul: un poco de salud para sus jugadores. Es innegable que el Dépor se expone, nadie está salvo. Necesita sanos y a buen nivel a jugadores que a veces parecen sufrir dolencias crónicas. Si lo consigue, no habrá dudas. Pero si no es posible... Arenas movedizas.

Y con este panorama el Dépor vivió un día de espesura ante el talentoso Tenerife de Uros Racic y Luis Milla. No es el único en los últimos tiempos. Con Borja Valle preparado para percutir y Quique acelerado, recayó demasiado peso creativo en un desasistido Edu Expósito y en dos futbolistas como Álex o Didier Moreno especialmente dotados para otros menesteres. Ni pausa ni claridad. Aun así, el equipo no estuvo lejos del triunfo como le sucedió hace un mes ante el Lugo. Quique rozó el gol en varias acciones aisladas y a balón parado. El mejor síntoma de que algo no funcionaba en el juego combinativo es que el renovado Christian Santos no olió un balón. Una semana antes había tenidos dos y metió uno. El sábado ni medio. Así es imposible rendir ni enjuiciarlo.

Modelo fallido y refundación

La comparecencia de Carmelo, además de para valorar el mercado, sirvió para ponerle voz a lo que todo el mundo ya sabía: la temporada de la cantera es un desastre. Que el Dépor haya tenido que fichar a Íñigo ante la falta de género en las categorías inferiores es una muestra más del fracaso. El Fabril camino de Tercera, el Juvenil deambulando a 20 puntos del líder de su grupo... Sergio Pellicer ya está fuera y Albert Gil ha perdido cuota de poder. Carmelo, que hace unos meses llegó a A Coruña centrándose en el fútbol profesional, ahora ya está decidido y arremangado para tomar decisiones y refundar Abegondo. Los males vienen de lejos y solo la excepcional temporada del Fabril 2017-2018 y alguna perla de la cantera de aparición fugaz pospusieron las medidas drásticas. Tocará repensar el modelo, de arriba a abajo.