El que se presentaba como el tramo del campeonato más exigente ya ha pasado para el Deportivo, que deja atrás las visitas a Gijón, Granada y Málaga sin apenas magulladuras. Las que conserva se las produjo en su propio estadio y ante rivales teóricamente asequibles. Han sido esos resultados en Riazor frente a Lugo, Tenerife o Nàstic los que han impedido al equipo encaramarse a unas posiciones de privilegio que aún se le resisten. Los compromisos en El Molinón o Los Cármenes alumbraron otro Deportivo, más serio y competitivo a domicilio de lo que era un mes atrás, el mismo que se vio el domingo en La Rosaleda.

Un visitante sólido. El conjunto de Natxo se ha convertido en un rival solvente lejos de Riazor y lo demostró ante un Málaga que si se distingue por algo es por penalizar los errores de los contrarios. El Deportivo estuvo a la altura en ese duelo de balones divididos disputas y si no consiguió un resultado mejor fue porque volvió a faltarle puntería arriba.

Sin acierto. En un partido sin apenas oportunidades, cualquiera medianamente clara podía decantar el encuentro para cualquier lado. Los dos equipos tuvieron una ocasión lo suficientemente importante como para marcar. No acertó ninguno, pero en el caso del Deportivo extiende la tendencia de las últimas semanas. Borja Valle desperdició un mano a mano ante Munir y Cartabia tampoco estuvo acertado en otra oportunidad que había fabricado Edu Expósito.

Falta desequilibrio. El Deportivo tiene facilidad para hacer circular la pelota, es una de las señas de identidad del equipo de Natxo González, que suele madurar su juego a través de la posesión. En Málaga volvió a mostrar esa paciencia, especialmente cuando le convino sacudirse el dominio inicial de los locales, pero volvió a faltarle un elemento desequilibrante para llevar peligro a la portería de Munir. A Cartabia le falta un punto y Quique sigue sin gol, pero Natxo recupera ahora a Carlos Fernández.