Un mes después, el Deportivo volverá a jugar un partido como visitante. Lo hará exigido por la clasificación después de descarrilar en los tres compromisos consecutivos que encadenó en Riazor. No ganó ninguno y perdió toda la fortaleza que hasta entonces había mostrado como local. Antes ya había dado síntomas de debilidad ante sus aficionados, casi al mismo tiempo que encontraba a domicilio la seguridad que le había faltado desde el arranque del campeonato. Para ello fue necesario un cambio promovido desde el banquillo.

Aquel movimiento de Natxo González permitió al equipo cambiar la tendencia a domicilio coincidiendo con un tramo del calendario especialmente comprometido. El entrenador deportivista prescindió del rombo y buscó fórmulas más directas para competir contra Sporting, Granada y Málaga en los tres últimos partidos como visitante del equipo (sin contar el Reus). Dos victorias y un empate avalaron una apuesta que sin embargo se ha demostrado ineficaz en Riazor.

Esa receta no sirvió para dominar los encuentros en casa y los deportivistas se mostraron incapaces de llevar la iniciativa ante su público, molesto por el retroceso futbolístico del último mes. A Natxo González se le abre ahora un dilema: recuperar el rombo o mantener la fórmula que mejor le ha funcionado a domicilio.

El técnico ha amagado esta semana con recuperar su esquema fetiche, aunque al mismo tiempo se ha esforzado por esconder sus cartas. Ayer se resguardó en el estadio después de que el jueves decidiera prescindir del entrenamiento para programar una "jornada de convivencia" entre los jugadores y el cuerpo técnico culminada con una churrascada en la ciudad deportiva de Abegondo. Hoy el entrenamiento volverá a ser a puerta cerrada para decidir el planteamiento contra el Oviedo.

El regreso al rombo llegaría apoyado en la recuperación de Carlos Fernández, que podría volver a la convocatoria si los servicios médicos le dan el visto bueno. El sevillano volvería para compartir la delantera con Quique González, lo que llevaría aparejado el regreso al rombo.

Natxo trabajó sobre esa posibilidad al comienzo de la semana en busca de soluciones a los problemas más recientes del equipo. A los deportivistas les ha faltado gol, pero también paciencia y criterio para madurar los partidos como lo hacía antes. La versión precipitada que se ha visto en los últimos tres encuentros en Riazor ha perjudicado a la propuesta del equipo, perdido y sin las referencias individuales que antes le daban vuelo.

En ese contexto aparece el posible regreso de Carlos Fernández, sin apenas continuidad ni presencia en las alineaciones desde hace casi cuatro meses. Desde la última recaída que sufrió ha pasado aproximadamente un mes y la estrategia pasaba por no arriesgar dados sus precedentes. Las urgencias que atraviesa, el equipo, sin embargo, podrían empujar a Natxo a colocarlo en el once para recuperar el esquema que mejor le ha funcionado. Para eso tendría que renunciar sin embargo a la propuesta que le ha servido en sus últimos compromisos como visitante para alcanzar sus resultados más sólidos de toda la temporada.