A este paso ni ascenso, ni play off. Impepinable para cualquiera que viera el partido de ayer en Riazor. Otro desastre más del Deportivo, de nuevo empequeñecido ante un rival modesto, esta vez un Extremadura renacido desde la llegada al banquillo del coruñés Manuel MosqueraExtremadura Manuel Mosquera. La bala del cambio de entrenador sí explotó en Almendralejo para disparar al equipo azulgrana, lanzado como un cohete hacia la salvación. En A Coruña, en cambio, José Luis Martí tampoco da con la tecla para devolver al Dépor a la zona noble de la tabla. Dos partidos, dos derrotas. Tres seguidas, contando la última de Natxo. Y la imagen, lamentable. Sin alma, sin liderazgo, sin plan. De mal en peor. La nada más absoluta a falta de siete jornadas por delante para intentar salvar la temporada.

Mucho tendrá que mejorar el Deportivo para acabar entre los seis primeros. Ayer volvió a perder con justicia ante un rival con las ideas claras, bien plantado y que hizo lo que tenía previsto para llevarse los tres puntos. Otra oportunidad perdida para un Dépor moribundo al que hace tiempo que se le acabó el margen y para el que peligra muy seriamente la vía del play off, ahora a cuatro puntos. Todo un mundo para este equipo incapaz de frenar su caída libre y que encadena ya nueve partidos sin ganar. Y lo peor, más incluso que los resultados, son las sensaciones, porque con este nivel tan pobre no se le gana a nadie en Segunda, y menos a estas alturas de campeonato.

Nada queda de aquel Deportivo de principios de campaña, el que arrollaba a sus rivales en Riazor cargado de valentía y mucho protagonismo con la pelota. Increíble cómo puede empeorar tanto un equipo en una misma temporada. Ahora no juega a nada. Ni en los últimos meses de Natxo en el banquillo, ni tampoco con Martí. Es un Dépor vulgar, vulnerable, y los rivales hace tiempo que se dieron cuenta y le perdieron el respeto, también en Riazor. El último, el Extremadura, que planteó el partido que más le interesaba hasta esperar el momento ideal para golpear. Y eso hizo, presionar arriba, defender con orden y hacerse poco a poco con el control hasta encontrar el camino del gol.

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El Dépor cae ante el Extremadura en Riazor

Se veía venir el tanto de Olabe (m.23), un guión parecido al del anterior compromiso en casa frente al Rayo Majadahonda. Solo era cuestión de tiempo. El Dépor era un querer y no poder. Mucha voluntad y poco acierto. Atacó poco y mal, demasiado ansioso, fallando hasta los controles aparentemente más sencillos. Quiso buscar el primer gol lo antes posible, como había anunciado Martí, pero apenas acumuló méritos para conseguirlo. Le faltó fútbol para generar ocasiones. La única clara nació desde lejos, con un balonazo de Domingos por el que corrió Quique. A la carrera se plantó en el, pero no pudo conectar el remate. El pichichi fue el que más lo intentó en una primera parte nefasta del Dépor, de lo peor de la temporada.

Martí echó mano de Didier Moreno, Vítor Silva y Borja Valle, tres novedades en el once para el estreno del balear en el banquillo de Riazor. Ninguno se sintió cómodo. Ni ellos, ni nadie. Tampoco Expósito, reubicado en su sitio, de mediocentro, después del experimento fallido de Pamplona, donde actuó escorado en la izquierda. El catalán entró poco en juego en la primera parte. Vítor Silva, nada. Más apareció Didier Moreno, con tendencia a incrustarse entre los dos centrales para iniciar los ataques. Mala señal cuando el centrocampista técnicamente más limitado tiene que ganar protagonismo con la pelota. Síntoma del desconcierto general en el Dépor, incapaz de meter al Extremadura en su campo. Al contrario. Los de Manu Mosquera fueron creciendo poco a poco, no solo para estirarse a la contra sino también para armar ataques elaborados ante la excesiva permisividad del equipo coruñés. Así se gestó el 0-1, a base de amasar la posesión hasta colgar un balón al área que Olabe transformó en el 0-1 mientras Caballo miraba para él sin hacer nada para impedir su remate.

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El Dépor cae ante el Extremadura en Riazor

No hubo reacción del Dépor hasta el descanso. Solo un par de llegadas aisladas, un centro chut de Pedro que casi acaba en gol en propia meta y un pase filtrado por Expósito mal definido por Borja Valle. Tras el descanso Martí no esperó para el primer cambio. Dejó al mediapunta en la caseta, el desaparecido Vítor Silva, para dar entrada a Christian y pasar a jugar con dos delanteros. Cambio de sistema sobre la marcha y también de intención, porque el Dépor salió más atrevido tras la reanudación y a base de empuje tuvo dos ocasiones claras. Ni Quique ni tampoco Didier Moreno acertaron a empatar, e inmediatamente después llegó el mazazo del 0-2 con la pifia de Dani Giménez tras el disparo de Pardo (m.58).

A la desesperada, Martí apostó por Cartabia y retiró del campo a Bóveda para que Pedro hiciera de lateral. Más desbarajuste en busca de una remontada imposible, porque el Extremadura seguía teniendo el control. Solo a balón parado inquietó algo el Dépor, incapaz de poner cerco a la portería visitante hasta bien avanzada la segunda mitad. Un cabezazo de Christian y un lanzamiento de Valle al que respondió bien Casto fueron los mejores remates del equipo blanquiazul hasta el cuarto de hora final de monólogo ofensivo coruñés. Pero el gol de la esperanza, de Christian, no llegó hasta el 89. Demasiado tarde para soñar con el milagro.