Se equivoca quien dé por muerto al Dépor. Lo demuestra su historia reciente y también lo dice su presente. Esta victoria de resurrección en Soria no tiene el oropel de las citas que revolotean la mente de cualquier blanquiazul, pero al menos le sirve al equipo de Martí para no dejar de creer, para sobrevivir e incluso para soñar con un ascenso que necesita y con el que en los últimos días ya casi ni empezaba a contar. En la semana del armageddon, sale de Los Pajaritos indemne como quien deja atrás una cinematográfica explosión. Martí recuperó a Carlos, sacó a los buenos y completó el formateo de su equipo, que ahora es un conjunto al que le gusta ser dañino con metros por delante. Sigue siendo un grupo anémico, pero no se rinde. El duelo le deparó de todo y lo único invariable es que se mantuvo en pie. Una victoria que curte y que anhela convertir en un punto de inflexión. Licencia para soñar.

Martí salió a pecho descubierto. Adiós al control y a masticar la jugada. Casi cuatro arietes y el riesgo de partir al equipo eran patentes, a él no le importaba lo más minimo. Había decidido tirar de pegada, poner el desequilibrio encima de la mesa. Eran sus cartas. Y en este caso, el Dépor fue un equipo aplicado. Así como le llegó el mensaje, lo puso en práctica. 8 minutos y ya ganaba 0-2. Demoledor. Un tanto en una cabalgada de Borja que culminó tras una pared con Quique. Y el segundo derechazo, a balón parado. Somma cabeceaba picado. Explotaba de rabia, su primer gol. Y el Dépor gritaba 'aquí estoy'.

Entre el frío soriano y esa sensación helada que le recorre el cuerpo a un equipo en caída libre, el Numancia no tenía buena cara. Es un conjunto diesel, que macera los partidos, que necesita moldearlos. Y el Dépor de Carlos, Fede, Borja y Quique le acababa de romper todos los moldes. A pedazos. El Dépor, entre la incredulidad y la desconfianza de su gente, empezaba a respirar tras una semana tras opresiva, asfixiante. Los 100 de Soria festejaban. Bien lo merecen.

LaLiga 123: Los goles del Numancia - Deportivo (1-2)

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El equipo de López Garai tardó, pero volvió a querer la pelota y el Dépor no tuvo mayor inconveniente en dársela. Fue la mejor demostración de que tener el esférico no significa dominar un partido. El equipo coruñés estaba cómodo en el repliegue y deseaba ver campo abierto para cabalgar y golpear. No estuvo del todo acertado en esa faceta, le faltó colmillo para llegase el KO técnico. Y, además, no hay que olvidar que su fútbol sigue sin ser fino. En una falta casi frontal estuvo a punto de certificar la goleada, el 0-3. A Fede Cartabia, el peor del cuarteto de arriba, se le fue por nada. Hubiera sido quizás un excesivo premio a sus méritos. Tocaba ganarse el triunfo en el segundo acto ante un Numancia que solo había inquietado en un disparo de Higinio y en un cabezazo de Escassi. Peligro latente.

Su rival no dejó de ser él mismo tras el paso por la caseta, en este caso más para mal que para bien. Pedía la pelota, se volcaba, arriesgaba un mundo. Jugaba al filo de la navaja y el equipo coruñés no fue capaz de herirlo de muerte. Jugadores con gol, campo abierto, un rival que le invitaba... El panorama ni que guionizado para los blanquiazules. Perdonó. Le va la marcha, sufrir. Pudo marcar Borja, pudo hacerlo también Carlos. Muchas malas elecciones, a veces miedo. Un duelo en el aire más por la inquietud, por el historial que por lo que realmente estaba sucediendo sobre el terreno de juego.

Su oponente tampoco arrojaba la toalla, más después de que le perdonasen la vida. Ya había pasado en la primera vuelta. Ese 2-2 sobrevolaba el estadio. Y llegó el 0-3, pero no subió al marcador. El colegiado decidió pedir la palabra en el encuentro y señaló una discutible segunda amarilla a Somma en la acción. El resultado: gol anulado y el italiano expulsado. De aliviarse y disfrutar a sentir una punzada en el pecho y barruntar un final de partido en pleno achique. Martí movió pronto el banquillo y debutó Íñigo. Lo habían fichado para situaciones de emergencia en campos incómodos y ahí estaba, revolviéndose en el área.

Lo pasó muy mal el equipo coruñés en el último tramo. Caballo estaba superado, como siempre. Vicente salió a ayudarle por esa banda y le ocurrió lo mismo. Viguera y, sobre todo, Guillermo fueron una pesadilla en los balones aéreos. Uno fue al palo, otro a gol (minuto 89) y un tercero casi se convierte en el empate, ya en el descuento. Dani Giménez no dejó de achicarse en las salidas y la defensa se vio superada en más de una ocasión con balones incluso frontales. Un mal que se repite. El Numancia lleva meses queriendo cambiar de libreto y a punto estuvo de formarle un lío al Dépor con su estilo de siempre. La tropa de Martí se agarró como pudo al encuentro, tuvo suerte y por fin ganó. También disfrutó de un puñado de contras para hacer el 0-3. Nada. No hay victoria sin sufrimiento, no hay ascenso sin resurrección. El Dépor sigue de pie.