Sufriendo y cobijado sobre su área, el Deportivo volvió a ganar. Da igual el modo y da igual que comprometiera una renta de dos goles, porque lo que necesitaba por encima de todo era enterrar esa racha de nueve partidos sin una victoria. Lo consiguió en Soria después de padecer un asedio final del que salió airoso para mantener vivas sus opciones de alcanzar el play off.

Lo que la alineación sugería era un Dépor sin reservas, ambicioso a partir del once para recortar la distancia con la zona de promoción. José Luis Martí envidó con todo aquello que tenía, ni siquiera amagó con el farol. Su apuesta fue cristalina desde el comienzo con un equipo en el que juntó a Borja Valle, Cartabia, Quique González y Carlos Fernández. El técnico deportivista no se guardó el comodín del sevillano, recién recuperado de su enésimo problema muscular, y abandonó los experimentos como el de la semana pasada contra el Extremadura.

Martí enterró un sistema que quizá aceptó a regañadientes una jornada atrás, persuadido de que con un mediapunta el equipo recuperaría la soltura con la pelota para la que fue concebido, y ayer en Soria se apoyó en el que realmente cree, aunque conlleve incluso contradecir la propia naturaleza de la plantilla. El técnico deportivista apostó por un esquema con dos delanteros y dos jugadores abiertos, por la velocidad en lugar de la paciencia que había caracterizado al conjunto blanquiazul con Natxo.

Un equipo pensado para tocar se lanzó así a correr sobre el césped de Los Pajaritos porque el Deportivo lo que necesitaba era ganar después de una racha terrible de nueve partidos sin catar una victoria. Los debates acerca de la conveniencia de una filosofía de juego u otra han quedado orillados a medida que se alejaba el objetivo y aumentaban las urgencias por lograr un resultado que permitiera apurar las opciones de regresar a Primera.

Por encima de cualquier otra cosa, lo que necesitaba ayer el equipo era ganar y salió decidido a por ello. Estaba claro que la herramienta principal para lograrlo sería el cuarteto de delanteros que Martí colocó sobre el césped. De la acumulación de ese talento tendría que partir un torrente ofensivo que a los tres minutos ya puso por delante a los blanquiazules. Entre Borja Valle y Quique trenzaron una jugada como hacía meses que no se veía en el Deportivo, una combinación en el balcón del área con el que despacharon de un plumazo a la defensa rival.

Antes de alcanzar los diez minutos llegaría el segundo para acabar de endulzar el comienzo del partido para unos deportivistas necesitados de verse por delante en el marcador, de despejar con contundencia todas las dudas de las últimas semanas. Entre Cartabia y Somma desempolvaron uno de los recursos que mejor habían aprovechado los blanquiazules, olvidado en estos meses recientes de zozobra. El argentino ejecutó un córner con picante y el italiano, titular ayer por la ausencia de Pablo Marí, le daba al equipo la seguridad suficiente como para afrontar el resto del partido.

Con una efectividad máxima, toda la que le había faltado en esa racha terrible de nueve partidos sin ganar, el Deportivo restañó una autoestima mellada con una fórmula menos elaborada. Lo hizo porque tuvo a Carlos Fernández, un jugador que en el actual contexto del equipo aporta mucho con muy poco.

La expulsión de Somma y la errática actuación del árbitro le dieron vida al Numancia, que encontró resquicios hacia la portería de Dani con centros. El cansancio deportivista hizo el resto hasta sufrir más de la cuenta con el tanto postrero de los locales.