Morro torcido, no se fían. Lleva tanto tiempo el deportivismo autoanalizándose que le cuesta ver más allá de sí mismo, de su equipo. El Dépor amaga con resurgir. Alerta. Es necesario ponerle todas las salvedades posibles a este despertar. Eso sí, más de un rival por ahí fuera ya se revuelve en la silla. Mal. No les gusta nada de nada. Si ha sido tan irregular, si tanto le sigue costando, es que el conjunto coruñés tiene evidentes deficiencias que le lastran y le seguirán lastrando. Pero nunca hay que subestimar al Dépor. Por historia, por potencial, por esa capacidad que ha tenido siempre de crecerse a contracorriente, de hacerse omnipresente cuando menos se le espera. Un león dormido que ha vuelto a la arena, mientras se despereza, y con el que nadie se querrá cruzar en los duelos a vida o muerte de junio.

Para ser un equipo temible más allá de lo que se le adivina y lo que esconde, mucho debe cambiar aún el Deportivo de José Luis Martí. Los seis últimos puntos son tan solo matemática, suma. Y también refuerzo anímico para un conjunto casi fenecido. No es poco. Pero para encontrar algo de oro entre tanto barro aún habrá que seguir bateando. En Zaragoza fue a menos respecto a Soria, una señal que induce a la preocupación. El triunfo entra más en el terreno de un cambio de dinámica que en el de los méritos. Sin suficiencia, supo imponerse en las áreas, poco más. La metamorfosis Martí con casi cuatro arietes y un equipo partido se encuentra todavía en una fase muy inicial. Es demasiado cambio para tan poco tiempo, pero es el que tiene. Con la guardia abierta, el equipo no es capaz de desequilibrar por calidad individual, por asociación, tampoco le sobra juego. Sufre, además, una barbaridad en los balones divididos y los repliegues por ese perfil netamente ofensivo de su apuesta. La segunda parte fue como jugar a campo abierto, una ruleta rusa en la que casi la única bala que disparó se incrustó en la red de su rival. El deportivismo merecía un triunfo de esos que sientan como un regalo no esperado después de tanto sinsabor y de tanto remar sin vislumbrar la orilla. No siempre llegará con tan poco. Consistencia, mejoría, fútbol. Toca cimentar para merecer y hacerlo en Riazor. Un reencuentro que ya no se puede posponer.

Ni en la primera vuelta iba a subir ganando solo en casa ni ahora se va a enganchar al play off de ascenso recolectando únicamente triunfos a domicilio. El Dépor se mirará este fin de semana al espejo más incómodo, el que le desnuda. El que debía mostrarle más lustroso, pero que solo ha resaltado sus vergüenzas e inseguridades en los últimos tiempos. Con el ambiente más despejado por dos victorias inesperadas y por un proceso electoral en marcha, es el momento de regresar a Riazor, de que el equipo dé la cara ante su gente, de ir de la mano. Los tres primeros de los cinco partidos en su hogar que le deberían llevar a Primera División. Tiempo de no regatear apoyos, de posponer reproches, de recuperar el ambiente de una grada que sabe cuándo se le necesita. Esperan Cádiz, Mallorca y Córdoba. No va más.

Cartas boca arriba

Ese componente social del accionariado del Dépor convierte esa formal "elección de miembros del Consejo de Administración" en lo más parecido a unas elecciones. Está muy lejos del 'una persona, un voto' y con la última ampliación de capital aún más. Pero todo dueño, por muy minoritario que sea, tiene derecho a comparar y hacer su apuesta. Pocas juntas de accionistas de una Sociedad Anónima podrían mostrar más estratos sociales, ser más plurales. Quedan tres semanas para la cita del 28-M y, en ese sentido, sería recomendable que los candidatos en capilla se definiesen. Ya hay dos. Cartas boca arriba, menos equilibrismos. A nadie le gusta exponerse en balde, acabar convirtiéndose en carne de derrota. Aún así, la situación pide dar tiempo al accionariado para que tome una decisión con conciencia y en consecuencia. No es el ahogo de 2014, sí un momento estratégico para el futuro a medio y largo plazo del club. A veces el Deportivo requiere tirarse a una piscina en la que no se adivina del todo el agua que hay o dar un paso al lado, no medir tanto. Iniciativa. Ojalá haya la mayor pluralidad de propuestas posible para debatir, confrontar y elegir y, sobre todo, un proceso limpio y natural.