El partido en Riazor del próximo lunes ante el Deportivo de está marcado en el calendario de Dani Rodríguez (Betanzos, 1988). El brigantino del Mallorca regresa a la que un día fue se casa durante once temporadas. Un partido que ha tildado de "muy especial", por el valor que tiene y por todo lo que significa. "Es un partido especial para mí. Estuve once años de mi vida allí, desde los 12 hasta los 23 años. Crecí allí, pero ahora me toca jugar un gran encuentro en un grandísimo estadio y tengo muchísimas ganas de ir a la tierra, ver a mi gente, y sacar un buen resultado", declaró ayer el centrocampista en rueda de prensa.

"Creo que el Deportivo tiene la exigencia, a nivel de masa social y nivel de club, de no solo conseguir el play-off. Tenían la exigencia de conseguir el ascenso directo. El año les empezó muy bien, pero ahora quizás no están en esa mejor situación. Siempre es un equipo muy peligroso, a nivel de plantilla tiene muchísimos jugadores que han jugado en Primera. Es un rival muy difícil, muy duro. Se juega todo el año el lunes, si ellos no son capaces de ganar, lo van a tener bastante difícil", explicó Dani Rodríguez sobre la ansiedad que puede tener el conjunto deportivista en el partido del próximo lunes.

"Al final para nosotros esto es un premio al trabajo de equipo, conseguimos estar ahí por méritos propios, nadie nos regaló nada. Ellos, el deportivo, tienen esa presión desde fuera. Lo que para el Dépor es una obligación, para nosotros es un disfrute. Venimos de donde venimos [Segunda B]. Para nosotros jugar un partido como el del lunes es un regalo y vamos a ir a competir al máximo", subrayó.

El centrocampista de betanzos reconoció la dificultad de enfrentarse a ciertos rivales en este final de temporada. "Cuando llegan las últimas jornadas, los partidos son increíbles, todos se juegan muchísimo. Son partidos muy complicados. El del lunes tiene todos los alicientes para ser un partidazo", aseguró el centrocampista que hace ocho años tuvo que hacer las maletas y buscarse la vida lejos de Riazor, porque José Luis Oltra, entonces entrenador deportivista, no contaba con él. Llegó a Segunda de la mano del Albacete y ahora en el Mallorca está ya asentado.