Cuando amenazaba con despedir la temporada, el Deportivo resucitó. Un penalti transformado en el último minuto le valió para derrotar al Mallorca y mantener vivas sus opciones de clasificarse para el play off. En muchos momentos se vio fuera, sobre todo en los minutos de la segunda mitad en los que caminó sobre el alambre. Amenazó con despeñarse por completo después de una primera parte como hace tiempo que no se veía en Riazor, pero volvió a sostenerlo Dani Giménez cuando ya se precipitaba hacia el abismo. La victoria es doble para los blanquiazules porque se agarran a la promoción y al mismo tiempo experimentan esa inyección anímica que buscaban para sanar el espíritu. El tanto de Carlos sirve en lo inmediato para respirar en el cogote del Cádiz a la espera de comprobar si también tiene un efecto revitalizador completo para el equipo.
Las urgencias para el Deportivo iban más allá de los resultados, trascendían a las penurias que ha padecido en la clasificación para entroncar con su discreto rendimiento futbolístico en los últimos meses. Uno y otro iban de la mano, pero conforme los puntos se hicieron más y más necesarios se fueron posponiendo las soluciones que necesitaba su juego. El equipo, ya con Natxo González espera más si cabe con José Luis Martí, se entregó al como sea, a compromisos sin vuelta atrás como el que afrontó ayer contra el Mallorca y en el que no cabía la posibilidad de tropezar.
Sin margen para el error, los partidos se convirtieron en un cara o cruz para un equipo que no fue ideado para ello. Por más que Martí se haya esforzado en el último mes en convertirlo en un conjunto simple que se centre en un objetivo primario, la personalidad del Deportivo es otra. En ese contexto afloraron todas sus limitaciones, las de un conjunto a merced de los rivales como le ocurrió la jornada pasada en Lugo y logró corregir ayer contra los baleares.
De entrada, afloraron esas antiguas virtudes de los blanquiazules con la pelota. Combinó con intención y alternativas en todos los rincones del campo, con llegadas de los laterales y ambición para recuperar el balón cuando se producían pérdidas. A ese juego basado en la posesión que lo caracterizó en el primer de la temporada le puso una marcha más que le permitió desplegarse al comienzo con velocidad. El Mallorca respondió con transiciones rápidas basadas en los contragolpes y el arranque del partido derivó en una sucesión de alternativas que pudo sonreír al Deportivo a balón parado.
Un despiste de la defensa balear en un saque de esquina puso en bandeja el tanto a Borja Valle, que no acertó con el remate de cabeza. Lo intentó después Cartabia cuando más apretaban los blanquiazules y más partido sacaban a un juego fluido que les hacía merecedores de la ventaja en el marcador. Quien más cerca estuvo de lograrlo fue Eneko Bóveda a través de una llegada que lo dejó en solitario frente a Reina. No acertó el lateral derecho y lo pagó el equipo.
Sin ventaja, en la segunda parte no le quedó más remedio que arriesgar y lanzarse hacia la portería contraria. Conforme pasaron los minutos lo hizo peor y lo aprovechó el Mallorca. Tres intervenciones de Dani Giménez lo salvaron antes de resucitar por completo con el tanto de Carlos Fernández.
