El partido era de esos que empiezan a jugarse mucho antes de que el árbitro marque el inicio. Dos horas antes la afición ya estaba convocada en las cercanías del estadio por la Federación de Peñas y los Riazor Blues, aunque realmente el empezó a disputarse mucho antes. Se jugaba desde que el equipo consiguió regresar a los puestos de play off tras el empate en Elche y la derrota del Cádiz contra el Extremadura. Ya entonces la visita del Córdoba comenzó a ser vista como lo que realmente era, una final sin posibilidad de vuelta atrás para los intereses blanquiazules de disputar la promoción y apurar sus posibilidades de ascenso.

Partidos decisivos tuvo muchos el Deportivo en el últimos, pero como el de ayer ninguno. Jugadores, técnicos y seguidores eran conscientes de la trascendencia del partido, especialmente una afición que se conjuró para acompañar a los suyos desde la llegada al estadio. La hinchada respondió como en las fechas señaladas para un recibimiento a las puertas de Riazor que reunió a cerca de 4.000 aficionados repartidos a lo largo de Manuel Murguía convocados por las peñas y los Blues.

El grueso de los aficionados esperó el autobús en la Deportienda para formar un pasillo humano a su paso acompañado de cánticos y bengalas. Uno a uno fueron bajando los jugadores, algunos con el puño en alto imbuidos del ambiente que ya se respiraba en el estadio. Álex, Dani Giménez y Quique González jalearon a esos aficionados para elevar los decibelios y elevar la temperatura algún grado más. Para ellos fueron las mayores ovaciones.

La semilla ya estaba plantada de cara al partido en un Riazor engalanado para la ocasión y que presentó la mejor entrada de toda la temporada. "Moitos mares que singrar, moitas conquistas aínda por chegar, mais hoxe o meu corazón tan so quere morrer ou gañar" era el lema que lucía en Maratón Inferior para recibir a los equipos y que anticipaba la comunión que se respiraría con la grada. Empujó la afición y con ella el equipo en busca del gol que le acercase al play off. Tardó en llegar y eso también se dejó notar también entre el público.

El partido de ida y vuelta que se vivió por momentos en la primera parte llevó cierto temor a los graderíos, impacientes por un tanto que no llegaría hasta el filo del descanso y después de que los deportivistas desperdiciaran un buen puñado de oportunidades. Fue anotar Borja Valle y por el estadio recorrió una mezcla de alegría y al mismo tiempo de alivio. La segunda parte ya se podría vivir de otra manera, con la confianza que aportaba la ventaja.

Con el segundo llegó la tranquilidad definitiva porque la grada también era consciente de que los resultados en el resto de campos también sonreían a los blanquiazules. Fue a partir de entonces cuando se empezó a pensar instintivamente en lo que viene y a preparar ya la cita del miércoles contra el Málaga. Sonó el Miudiño y atronó en todo el estadio un "Que sí, joder, que vamos a ascender" de conjura.