A la fuerza tendrá que saber sufrir el Deportivo para salir vivo del infierno de La Rosaleda, donde le espera un encuentro de altísima exigencia, física y psicológica, ante un rival que saldrá a atacar con todo desde el arranque. El equipo coruñés tendrá que emplearse a fondo para contener el ímpetu del Málaga y también el de afición andaluza, que llenará el estadio para encender la mecha de la remontada. Para alcanzar la ronda definitiva por el ascenso el Dépor deberá juntarse y defender muchos minutos, pero también derrochar personalidad y valentía para atacar en busca de un gol, como mínimo, que le acerque al objetivo. En definitiva, no achicarse porque, si no marca, lo más probable es que el partido se le acabe haciendo largo, larguísimo.

José Luis Martí planea varios cambios en el once con respecto a la alineación que presentó el miércoles en la ida. En Riazor todos hicieron un esfuerzo tremendo para darle la vuelta al marcador adverso en una segunda parte colosal en cuanto a intensidad, intención y, sobre todo, eficacia. Hay futbolistas que llegan muy fatigados a esta recta final de la temporada, así que el técnico buscará oxígeno con gente de refresco. Bóveda y Quique, que se quedaron en el banquillo en la ida, podrían tener su oportunidad desde el inicio. El lateral vasco, más defensivo que David Simón, se encontraría frente a frente con Ontiveros, la principal amenaza del conjunto malagueño.

El reloj juega a favor del Deportivo ante un Málaga que buscará adelantarse lo antes posible. Contener esa salida en tromba será una de las claves para el éxito del equipo coruñés, muy dotado para aprovechar los espacios que con el paso de los minutos irá dejando el rival si no es capaz de marcar. En el Málaga Pau, Juankar y Cifu se ejercitaron ayer con normalidad, así que están disponibles. En el Dépor Dani Giménez hizo trabajo específico al margen, pero salvo sorpresa de última hora también podrá jugar.