Fue un partido de dientes de sierra. Clímax-anticlimax, climax-anticlimax. Del asombro por la salida balear a la reacción coruñesa. Del golazo rompedor de Fede al escalofrío por la lesión y la sangre de Álex Bergantiños. De la impotencia por no meterles mano en la segunda parte al suspense y explosión del segundo tanto. Y de ahí a la celebración final, siempre con un punto de cautela. Cada batalla en estos play-off lleva dentro de sí mil y unas peripecias que sobresaltan el corazón de cualquier aficionado. Una maravilla para el parcial, un infierno para el seguidor con algo en juego. El Dépor sale muy bien colocado de estos vaivenes. El 2-0 hace que vea Primera División a lo lejos, pero el duelo le deja varias enseñanzas y advertencias. El Mallorca sabe ponerle contras las cuerdas, la ventaja es salvable y las bajas coruñesas en la zona interior le pueden lastimar sobremanera en un escenario adverso. Hay partido, 90 minutos de gloria o infierno.

En el medio de un Riazor a alta temperatura, Martí arrancó el duelo pendiente de las transiciones, de Lago Junior y de aprovechar el primer arreón blanquiazul y todo salió al revés. Los primeros minutos fueron un manual balear de cómo ser un equipo con personalidad. Quisieron la pelota, mandaron a su estrella a la otra banda para crear problemas a Saúl y fabricaron un puñado de ocasiones. No sacaron réditos, mandaron un serio aviso. El Dépor, ahogado, revivió los primeros minutos de hace una semana ante el Málaga en su propia casa. La sensación era desagradable, salía de nuevo vivo.

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El Dépor le gana al Mallorca y sueña con Primera

Poco a poco el Dépor se estiró y empezaba a quitarse la presión. La rebelión empezó en la banda derecha. Entre Bóveda y Fede hicieron recular a los visitantes. El Mallorca estaba cómodo en el repliegue, casi tan a gusto como se había mostrado apretando arriba y corriendo. Carlos y Quique tuvieron ocasiones, el Dépor se empezaba a parecer al equipo de las últimas semanas. Le faltaba golpear.

Mientras, el Mallorca tampoco se rendía ni se escondía. Raíllo estuvo a nada de hacer el 0-1 en un cabezazo. Finalmente, en el ocaso de una primera parte con ligero color bermellón, Fede Cartabia le buscó las costuras a Reina con un disparo de falta al primer palo cuando todo el mundo esperaba un centro. Y las encontró. Gol, 1-0. Riazor estallaba. El argentino, por fin, era importante y decisivo.

El nivel de lume era antológico, pronto le cayó todo el hielo del mundo. En un segundo la algarabía se convirtió en zozobra al ver la entrada a Álex en la cara, su salida con sangre en la boca y la falta de noticias. Fueron minutos de escalofríos con Pedraza expulsado y Somma lesionado también sobre el césped. Dos sustituciones blanquiazules antes del descanso. Todos los parámetros del encuentro habían saltado por los aires.

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La afición del Dépor llena Riazor ante el Mallorca

El paso por los vestuarios no terminó de quitarle el mal cuerpo al Dépor. Tampoco le ayudaba que la situación planteada le generaba dudas. El equipo coruñés necesitaba un segundo tanto, pero debía mezclar paciencia, firmeza e intención para ir a por él. No debía volverse loco, no debía favorecer las transiciones, siempre peligrosas de su rival. Necesitaba una templaza difícil de tener en situaciones así.

A su manera supo entender lo que requería el encuentro, pero le faltó que ese paso al frente desde la tranquilidad y desde el toque de balón se tradujese en verdadero acoso, en ocasiones de gol. Durante muchos minutos el Mallorca estuvo cómodo, dio la impresión de que se jugaba a lo que él quería y de que se estaba escapando vivo.

Carlos pudo llevarse la gloria en un cabezazo que no terminó de embocar y finalmente fue Quique el que hizo una diferencial real en el partido y en la eliminatoria. La jugada de suspense y gestos contradictorios de los colegiados alimentó la polémica y el enfado de un Mallorca muy acelerado desde el 1-0 de una manera un tanto inexplicable. Después de un rato de canto, la moneda cayó cara. Por jugadas así es necesario el VAR es Segunda. La sensación es que el balón entró, a pesar de que las imágenes pueden llevar a engaño.

La explosión fue de las que hacen época en Riazor. El ánimo y la tendencia de la ola pedían el 3-0, pero el Dépor apostó de nuevo por la cabeza y por amarrar el 2-0. El Mallorca también había bajado los guantes. El equipo coruñés ha pegado fuerte en este primer combate, pero queda otra velada en Mallorca en la que su rival golpeará hasta la extenuación para llevarlo a la lona. Hay bajas, miedos... Todo va a influir. Solo uno, solo un partido para seguir en pie y regresar a Primera División. Las horas hasta el domingo de San Juan serán eternas.