Se acabaron las finales para el Dépor. Le queda la última, la definitiva. No habrá más después de Palma y solo hay dos opciones: ascenso o fracaso. Sí o no, todo o nada en 90 minutos, como mínimo, en los que el equipo coruñés parte con la ventaja del 2-0 de la ida. Una renta importante, pero ni mucho menos definitiva. En Son Moix le espera otro infierno, similar al de La Rosaleda en la anterior eliminatoria. Otro ambiente hostil y otro rival encendido, que saldrá a morder. Mucha atención al arreon inicial, en el que no encajar sería un buen primer paso para acabar logrando el objetivo.

A la fuerza el Dépor tendrá que juntarse para defender con orden y solidaridad, como en Málaga, donde demostró que también sabe sufrir. Hoy deberá hacer otro nuevo ejercicio de supervivencia si quiere culminar la noche con el ansiado ascenso. Ya lo acaricia, casi lo toca, pero no está hecho. Marcar en Palma le acercaría a Primera, ya que obligaría al Mallorca a tener que hacer cuatro goles para remontar, aunque el objetivo prioritario de los blanquiazules es no encajar. Lo lograron en cinco de los últimos encuentros, incluidas las dos visitas del Mallorca a Riazor. Hoy, en teoría, será distinto. Al conjunto balear solo le vale atacar, atacar y atacar con la esperanza de ver puerta y alimentar el sueño de remontar. El reloj juega a favor del Dépor, que tendrá cada vez más espacios en campo contrario si es capaz de mantener muchos minutos el 0-0.

José Luis Martí recupera a Pablo Marí para recomponer la defensa tras la lesión de Michele Somma, mientras que en el centro del campo deberá elegir entre Pedro Mosquera, Didier Moreno y Vicente Gómez para cubrir la baja de Álex Bergantiños. Incluso podría echar mano de dos de ellos para acompañar a Edu Expósito y formar con tres mediocentros a la vez, como en Málaga. En el Mallorca entra Baba por Marc Pedraza, sancionado con dos partidos tras la roja que vio en Riazor por su entrada a Álex.