"Siempre había creído en una despedida diferente". Pedro Mosquera se despidió minutos antes de hacerse oficial su fichaje por doa años con el Huesca entre la emoción por el adiós al club de su ciudad y la amargura por el hecho de que sus últimas horas como blanquiazul no hubiesen discurrido de otra manera. Asume el revés y apunta que "la vida trata de seguir el camino que a veces se te presenta y otras veces del que decides". Recuerda su ilusión de su llegada, "hace cuatro años, la misma que cuando en el año 92" asistió a su "primer partido como aficionado a Riazor" y destaca su profesionalidad, a pesar de la pérdida de protagonismo de los últimos años. "Yo siempre he decidido querer y respetar al Deportivo, intentando dar ejemplo dentro y fuera del campo. Los que me conocéis sabéis lo que he disfrutado con las victorias y, sobre todo, lo que he sufrido con las derrotas. He aprendido muchísimas cosas en estos cuatro años. Ha habido momentos buenísimos y momentos durísimos, pero siempre he sacado cosas positivas de ellos", refuerza el ex de Real Madrid y Elche.

El coruñés aprovechó para despedirse de manera pública de todos los estamentos de la entidad, sobre todo de los seguidores blanquiazules: "Quiero dar las gracias a familia, amigos, compañeros y trabajadores del club y muy especialmente a la afición incondicional que siempre ha apoyado al equipo en cualquier tipo de situación".

Mosquera es efímero y todos en el club también lo son o serán, solo queda el escudo, a su juicio. También la ilusión por regresar a la máxima categoría y reverdecer laureles: "El escudo está por encima de cualquier jugador, como yo, de cuerpos técnicos, directores deportivos y dirigentes. Es mi ilusión, como deportivista, volver a ver al Dépor en Primera y luchar por cotas tan altas como las que ya hemos vivido, no hace mucho, aquí en A Coruña".