Al Dépor se le escapaban dos puntos cuando Christian, que acababa de entrar en el campo, acudió al rescate para decidir el partido a última hora con un lanzamiento imparable. Con su cañonazo dinamitó definitivamente un encuentro loco. Más que un partido, una auténtica montaña rusa para los dos equipos. El Dépor fue mejor que el Oviedo pero ganó más por pegada que por juego. Cinco remates a puerta, tres goles. Mucha pólvora blanquiazul que encendieron con sus tantos Koné, Aketxe y Christian, quien hizo de Longo con el italiano ya en el campo. También es un nueve puro el venezolano y ayer lo demostró para certificar los primeros tres puntos.

Queda un largo camino por delante, todo un mundo, y también mucho que mejorar para ser un Dépor verdaderamente fiable. Para serlo ayer le faltó personalidad con la pelota cuando más la necesitaba. Hizo lo más difícil, poner el partido de cara con los tantos de Koné y Aketxe, uno en cada parte, pero tras el 2-0 se vio ganador y permitió que el Oviedo se metiera de nuevo en el partido.

Le faltó temple, posesión, saber jugar con el marcador a favor sin necesidad de encerrarse atrás. Riazor pasó del subidón por la cómoda ventaja al sufrimiento por ver cómo se esfumaban dos puntos que parecían estar ya en el bolsillo. Hasta que apareció Christian para sacar al Dépor del lío. Con dos semanas por delante para entradas y salidas, su continuidad en A Coruña aún no está garantizada al 100%. Él quiere quedarse. Y tiene gol, que a nadie le sobra en Segunda. Más competencia para Koné, Longo y compañía. Bueno para el Dépor.

Anquela confió en el mismo once que venía de vencer y convencer ante el Betis. Claro que lo de ayer no era el Teresa Herrera. Nada que ver. Con puntos en juego se encontró con un rival mucho más combativo que dificultó bastante la circulación del balón. El Oviedo se juntó pero no para meterse atrás. Con la defensa adelantada, obligó al Dépor a tener que combinar con mucha rapidez y precisión. Triangularon bien Galán, Gaku y Valle para armar la primera llegada peligrosa a los cinco minutos. Poco después Koné, con mucha libertad para aparecer por todas partes, le robó la cartera a Carlos Hernández para colarse en el área. Pese al agarrón del defensa el africano optó por no tirarse y buscó el disparo, potente pero alto. Fue la antesala del 1-0, que nació de un fuerte chut de Borja Valle. Koné fue listo y rápido para remachar a gol el rechace del portero, un tanto anulado inicialmente por fuera de juego. Tras un par de minutos de suspense por la revisión del VAR, Ocón Arráiz dio validez al 1-0.

El Dépor tuvo el partido bastante controlado hasta el descanso y tras la reanudación pudo marcar Ortuño. Lo evitó Dani Giménez con una de sus paradas salvadoras que tanta vida dieron al equipo coruñés la pasada temporada. Cuando el Oviedo se lo empezaba a creer de verdad, llegó el golazo de Aketxe tras una buena acción combinativa.

Con más de media hora para el final, el Dépor se vio ganador y cedió la posesión. Gaku apareció mucho menos que en la primera parte y el Oviedo, a su manera, acumuló méritos para meterse en el partido aprovechando el bajón físico de los blanquiazules. Varios lo acusaron, empezando por Koné, muchos minutos tieso muscularmente. Anquela no reforzó el centro del campo y el Oviedo fue capaz de recortar distancias con el autogol de Somma y luego empatar por mediación de Obeng. Hasta pudo ganar si poco después llega a entrar la volea de Sangalli. Le faltó precisión, la que sí tuvo Christian para conectar su imparable zurdazo. Para eso entró, para el gol, igual que el debutante Longo.