La Segunda División le acaba de coger por la pechera al Dépor. Su fracaso en el regreso a Primera a la primera le ha alejado de la zona noble, el Huesca se lo ha espetado de la forma más desagradable posible: pasándole por encima. El equipo oscense tiene más, jugó mejor, llegó antes a todo, puso más sobre el terreno y, sobre todo, demostró estar muchísimo mejor construido como equipo. La formación que saca hoy en Anquela en El Alcoraz recibió golpes en momentos clave, sin duda, pero demostró ante todo que no está preparada para partidos de tal exigencia. Fue un castillo de naipes, se desnudaba continuamente con y sin balón. Fueron tres goles, pudieron ser más. Un horror, un aviso muy serio.

Los momentos previos a uno de los duelos en teoría más exigentes del año ya fueron raros, muy raros. Peru Nolaskoain estaba en el hospital con una apendicitis, una red estaba suelta en la portería oscenses... Los sucesos paranormales se producían prepartido y luego también acabarían sucediendo durante el choque. Anquela quizás estuvo consultando con la almohada la decisión de colocar al vasco en el once para darle mayor empaque al equipo. Nunca sabremos lo que hubiera decidido. Lo que sí hizo fue alinear a Pedro Sánchez y a Luis Ruiz, que vivió una auténtica pesadilla en su debut como blanquiazul. Su banda fue una autopista. Todo el Huesca pasó por allí, pedían la vez, casi nadie le ayudó. Ni Borja Valle ni un desastroso Gaku, al que le cuesta un mundo rendir en labores de contención en su posición predilecta. El técnico jienense tampoco tuvo cintura para corregir el agujero. Achicar y nada más que achicar para los coruñeses en el tramo inicial.

El Dépor fue resistiendo como pudo y de vez en cuando se estiraba. Llegaba tarde a todos los balones, era un equipo endeble. Su salida de balón era inexistente. El japonés se mostraba sobrepasado, Aketxe se encontraba muy arriba para asociarse con él y Álex estaba para otras labores. La intensidad oscense hacía el resto y obligaba a lo blanquiazules a encomendarse continuamente a los balones largos. El equipo de Míchel tiene potencial y le sobran movilidad y ganas, jugaba a toda velocidad. Por momentos, parecía un ciclón, aunque sin crear ocasiones claras. Solo una de Kike Hermoso rozó el 1-0 en los primeros minutos.

Para cuando el Dépor logró coger aire y sobrepasar el medio del campo, el VAR ya estaba revisando un gol de Koné. El marfileño estaba un palmo por delante cuando cabeceó. Hubiera sido excesivo botín para el grupo coruñés, que buscaba el balón, equilibrar el encuentro; le era imposible. Al Huesca le estaba empezando a flaquear la fe y donde no había llegado por pericia acabó arribando por un obsequio de Gaku. Ni al nipón ni al Dépor le acompañaron la suerte en ese lance, pero su despeje debió ser más contundente. Eugeni no perdonó y abrió la lata, empezaba la pesadilla. 1-0.

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El Dépor cae con contundencia en Huesca

En el último tramo del primer acto el Huesca levantó un poco el pie del acelerador, aunque disfrutó de alguna oportunidad como la de Luisinho desde la frontal. El Dépor empezaba a querer la pelota, a encontrar aire. Aketxe bajaba un poco a asociarse con Gaku. Koné seguía fabricándose oportunidad ocasión de la nada, su especialidad, lo que le queda ante tal olra. Todo parecía encaminado a la ventaja mínima al descanso hasta que apareció Raba. Un genio. Su gol es de otra Liga, de una categoría superior. 2-0. Es incríble que ese futbolista esté en Segunda. Ese tanto rompió el enfrentamiento, sobró casi toda la segunda parte.

Si había un mínimo de esperanza, el Dépor se encargó de enterrarla en siete minutos. O incluso antes. El Huesca le había bajado una marcha a su fútbol, pero sí que es cierto que seguía empleándose a fondo en la presión de la salida de balón coruñesa. Y ahí lo volvió a desnudar. Un robo de Pulido y acabó remachándolo él mismo a la red. 3-0. El Huesca llegaba en avalanchas, el Dépor sufría una barbaridad en el repliegue y pagaba una y otra vez. Una de mil deficiencias en el duelo de hoy.

Así como ocurrió hace una semana, Anquela reaccionó con contundencia cuando ya no había casi nada que hacer. En menos de un cuarto de hora ya había hecho los tres cambios y estaba jugando con tres atrás y otros tantos arietes. Todo o nada. Y algún susto metió. El más claro fue el gol de Christian Santos. 3-1. Por fin se ven sus cualidades y está en racha, no se puede ir. Un tanto de la nada y casi consigue el segundo. El equipo oscense había bajado el nivel y casi lo paga en cinco minutos que hicieron encender alguna leve esperana. Y cuando más lo necesitaban los locales, alguna argucia de Luisinho y la pausa para hidratación terminaron de enfriar el encuentro y el equipo coruñés ya no regresó de ese limbo en el que estuvo gran parte de la tarde. Hubiera sido una manera de reivindicarse y de maquillar el resultado ese arreón. Ni eso. Los últimos minutos mostraron un Dépor impotente, de brazos bajados, y un Huesca más desahogado, que incluso coqueteó con ampliar la ventaja. Pudo llegar el cuarto y el quinto. Dani Giménez lo impidió, el daño estaba hecho. Pocos avisos más serios que este que le han dado al Dépor. Señales con luces de neón.