"Mollejo estuvo este verano una semana en A Coruña conmigo, se encontraba como en su casa, muy cómodo. Tengo ganas de que sepa lo que es vivir la ciudad, ese ambiente de fútbol, que lo disfrute...". El que habla es el que entonces ejerció de anfitrión, Óscar García, Pinchi, en el que desde ya es el nuevo destino de dos de los últimos fichajes, los atléticos Mollejo y Montero. Entonces hizo de cicerone y durante todo un año en el Cerro del Espino les fue inoculando poco a poco ese deportivismo y ese gusanillo por una ciudad y por un equipo. Ahora les toca vivir a ellos la experiencia. El exfabrilista sabe lo que les espera en Riazor y es quizás el que mejor los conoce en el entorno blanquiazul. "Son mis dos hermanos", avanza mientras se toma un respiro para proclamar que el Dépor ha dado en la diana. "Se lleva a dos joyas y son buenísimas personas. Es que no soy objetivo con ellos... Van a rendir muy bien". Valora sus cualidades futbolísticas y también las humanas, la conexión va mucho más allá del terreno de juego. Para un joven de A Coruña que salía por primera vez de su casa fueron un gran apoyo, aunque Pinchi no se escapaba de algunas de sus bromas: "Siempre me andaban diciendo los dos ' neno, ¿qué?'. Les gustaba vacilarme, yo creo que hasta se la pegué un poco (la muletilla)".

"Mollejo es sangre pura". A Pinchi se le agotan las palabras para definir a un futbolista que a su juicio está predestinado al éxito. Es como un torrente que no se puede detener. El objetivo es que esta temporada se produzca su verdadera eclosión en el fútbol profesional, a pesar de sus escasos 18 años. "Es progresión y talento. Es superjoven, pero tiene una personalidad que le vi a muy pocos. Es algo que notas, que sientes. Le da igual a quien tenga por delante, él siempre compite y compite; se pega con todos. Va a triunfar seguro. Cuando se vea en Riazor no le va a imponer nada la presión o jugar con una camiseta así. A la gente le va a encantar, estará como en casa. Será una muy buena temporada para él", vaticina el exdeportivista.

Si Víctor Mollejo es el ímpetú, la fogosidad, Javi Montero es la seguridad. Infalible. En el año que compartió vestuario y césped con Pinchi en el Atlético B, por momentos alternaba la Segunda B y la Liga de Campeones y lo mejor para el coruñés es que nunca se notaba diferencia en sus prestaciones, siempre estaba a un gran nivel. "Es un jugadorazo. El año pasado estaba con nosotros y luego lo veías en Dortmund y jugaba igual. Los controles... Todo. No se le notaba nada, competía igual. Ese pasito de jugar en Segunda División le va a venir muy, muy bien", apunta.

Su salida del Dépor

Pinchi admite tener un poco de "envidia sana" ante la oportunidad que se le presenta a sus compañeros y está decidido a, "en cuanto tenga unas vacaciones, ir a A Coruña a verlos". Él, mientras tanto, vive "tranquilo e ilusionado" sus primeras semanas en el fútbol profesional de la mano de un Extremadura al que estará "eternamente agradecido". Ahora le acompañará un Diego Caballo al que vio "muy contento por venir". Lejos queda ya su salida el pasado verano del Dépor con la inquietud vital de que aún no se han entendido del todo bien sus razones: "Llega a medias mi versión. Yo soy del Dépor y la gente se pregunta 'pero si lo eres, ¿por qué no te quedas?' No es tan sencillo, a veces no está en tu mano. Te ofrecen fuera unas condiciones deportivas, económicas y de confianza que... Para estar bien hay que sentirse valorado y si yo sentía que mi etapa se había acabado, lo mejor era irme. Fue bastante bonito mientras duró y yo quería irme tranquilo con el club y con mi gente. Lo fácil era seguir, pero llevaba varios años en el filial y haciendo la pretemporada con el primer equipo y era un paso que tenía que dar. En años anteriores no me habían dejado salir cedido al Sevilla B y al Castilla que estaban en superior categoría. Yo sentía que el verano pasado tenía que dar definitivamente ese paso. Lo que me sienta mal es que se diga que no siento los colores o que no soy del Dépor porque no es cierto".