Si en las dos últimas semanas era complicado no encontrar razones para tirarle de las orejas al Dépor Anquela, hoy resulta imposible ahondar en excesivos reproches. Lejos de ser un equipo redondo, mejoró el Dépor sobremanera ante un Albacete menor, que debería probar a jugar una Primitiva para comprobar si sigue en racha. Tampoco deja de ser cierto que el conjunto coruñés hizo por momentos la mitad de su trabajo. Su entramado defensivo fue hoy otro con el equipo más junto y con una meritoria presión arriba. Pero cuando tenía que crear, cuando miraba hacia la portería contraria, se le nublaba la mente. Malas decisiones, automatismos muy verdes. Errores y deficiencias que no deberían haber penalizado con una derrota. Dentro de su imperfección, si algún equipo expuso y buscó una mejor suerte, ese fue el Dépor, que no mereció en ningún caso perder. El VAR, con una decisión bajo sospecha, le dio la puntilla. Más allá de merecimientos y de fútbol ficción, la realidad es dura y coloca al Dépor coqueteando con la zona de descenso y con una inminente visita a El Molinón. El panorama se oscurece.

Ni el Dépor ni Anquela tenían tiempo, con lo que el técnico jienense puso las cartas encima de la mesa casi desde el hotel de concentración. Era segura la titularidad de Montero y Salva Ruiz, pero la apuesta por Mollejo, cuando llevaba solo un día en Abegondo, es todo una declaración de intenciones. Él también viene para jugar sí o sí. El equipo coruñés aún le daba vueltas todos sus pecados de Huesca y Vallecas y, sin duda, incrementó su nivel. El grupo se mostró más entero, más seguro en su entramado defensivo, salvo un error puntual que le dio un vuelco al corazón a todo el deportivismo al filo del descanso. La mejoría era superlativa en la presión. El juego de hilos para incomodar a los manchegos arriba funcionaba casi a la perfección. Los blanquiazules ahogaban, apretaban y ahí se acababa todo.

Desempeño del 50% de sus tareas era elogiable, pero en cuanto tenía el balón en los pies empezaba a atascarse. Primero lo pasó mal en la salida de la jugada, pero los pases filtrados de Montero le dieron alternativas. Se notaba sobre manera la ausencia de Gaku. Unos metros más adelante seguían los problemas. Koné, incómodo, no tenía su día, se le veía enfurruñado en la brega y Aketxe estaba muy solo en la combinación para hacer diferencia en tres cuartos. Borja Galán se cansó de elegir mal y Mollejo aún no desequilibraba. David Simón, en cambio, estuvo incisivo. Aun así, el único peligro de los coruñeses en el primer acto llegó a balón parado. Aketxe mandó otro de sus misiles al palo y probó una y otra vea a distancia a Tomeu Nadal, el mejor portero de toa la pasada temporada. Respondió siempre el balear.

A pesar de no pisar el aire contraria, el Dépor vivía su tarde de fútbol con cierta tranquilidad. Esperaba su momento, mientras crecía su sistema defensivo. En el medio de la paz y el supuesto trámite, llegó el segundo susto. El primero había sido un balón dividido que ganó en el área Montero a los 30 segundos de duelo y, casi en el descuento un balón largo, llegó el otro. Una peinada y una segunda jugada habilitaron a Dani Ojeda, que le perdonó la vida a Dani Giménez. El equipo coruñés había sido mejor, pero la ocasión más clara con diferencia había sido manchega. No hay día tranquilo en Riazor.

Nada cambió en el arranque de la segunda parte. El Dépor intentaba inquietar al Albacete, le costaba un mundo. Se hartó de tomar malas decisiones individuales en los últimos metros. Tuvo una ocasión muy clara en los primeros minutos. Una buena combinación dejó a Salva Ruiz en la línea de fondo. Su pase de la muerte no encontró rematador, a pesar de que el área estaba poblada de blanquiazules. Empezaba a cocerse la inquietud, la desazón. Dos derrotas seguidas pesan y la sombra de una tercera, más. El conjunto coruñés era mejor, su rival no se descomponía, pero no hacía nada de nada con balón. Estaba siendo uno de los equipos más pobres con la pelota que ha pasado por Riazor en los últimos tiempos. Resistía.

Anquela recurrió pronto a Christian Santos. Confiaba algo más su victoria al juego directo. Su entrada no mejoró al equipo, a veces hasta parece que lo desconectó un poco. Aun así, con más corazón que cabeza, el grupo de Anquela insistía. Aketxe era el faro. Hasta Vicente Gómez parecía animarse. Su vía preferida de llegada era la banda derecha con un activo David Simón. En una combinación por esa zona, Mollejo conectó un cabezazo llegando desde la banda contraria que probó al meta manchego en primera instancia y que vio como la pelota besaba la red en la segunda. El gol fue anulado, el VAR esta vez no intervino, aunque hay una mano del ariete en el hombro del portero que le puede hacer parecer culpable.

Un poco más tarde sí que se mantuvo la tensión durante cinco minutos. Los colegiados del VAR estuvieron un rato frame arriba, frame abajo para repasar con lupa una jugada, que será complicado que le señalen como penalti a un equipo de los grandes de Primera. Simón parece tocar el balón con la mano tras un desequilibrio. Hay que tenerlo muy claro para influir así en un partido y la dilación en el toma de la decisión es otro indicio de que no era tan evidente la infracción. Más allá del perjuicio para los coruñeses, el videoarbitraje es una buena idea y su ejecución es pésima. Hoy le tocó pagar al Dépor. El exceso de intervencionismo puede acabar quitándole al fútbol su esencia.

En los últimos minutos el Dépor acosó con insistencia la meta de Tomeu Nadal, gracias en parte a la roja a Fran García. Aketxe volvio a ser el guía. Beto da Silva llegó a mandar un balón al palo, Jovanovic estuvo a punto de plantarse ante el meta tras un pase de Álex. Con un descuento escaso, el duelo acabó muriendo y también fenecían las opciones del Dépor. Las próximas semanas serán duras.