El Deportivo todavía está lejos de ser un equipo reconocible, pero se esfuerza por avanzar en medio de la provisionalidad que le ha rodeado en este arranque de campeonato. Ayer compareció ante el Albacete con tres de sus incorporaciones de última hora y, aunque dio un paso adelante con respecto a Huesca y Vallecas, se estrelló víctima de sus dudas, de la falta de acierto „tres balones mandó a los palos„ y de un penalti que al árbitro le chivaron desde el VAR. El castigo es mayúsculo porque el rival apenas le incomodó y frena en seco los avances en la construcción del equipo, quizá el mayor peligro al que se enfrenta ahora por los temores que pueden despertar las tres derrotas consecutivas que encadena.

Lo que ambiciona Anquela es un equipo incómodo para el rival, pegajoso, de "pico y pala", como manifestó en la previa con una de esas frases hechas que suelen volverse traicioneras. Lo que saca de sus casillas al técnico deportivista es que los suyos esquiven las disputas y el "cuerpo a cuerpo", que se escaqueen de un trabajo que en Segunda División considera imprescindible para poder lograr resultados.

Esa intensidad que reclama el jienense a los suyos la tuvo de sobra ayer ante el Albacete en una primera mitad en la que sin embargo un par de despistes pudieron dejarlo en la cuneta antes de tiempo. Fue un Deportivo atento en las ayudas y con ímpetu para anticiparse en las acciones fronterizas. Lo que no tuvo fue fútbol.

Es como si en el caso de los blanquiazules el juego fuera excluyente de la intensidad, de manera que no consigue alcanzar el equilibrio entre ambos. Por más que lo intentaron ayer, los de Anquela no lograron sacar de manera limpia el balón desde la defensa. No es un problema nuevo y se manifiesta con mayor crudeza cuando rival le cede la iniciativa y le espera ordenado en campo propio. Ni Álex ni Vicente, ayer titular por la ausencia de Gaku, terminan de solucionar las lagunas

El Deportivo se vuelve así inofensivo, como le ocurrió en amplios tramos de la primera mitad, un equipo que si se lo permite el rival como lo hizo ayer el conjunto del exdeportivista Ramis es capaz de manejar la pelota pero al que le penalizan también sus malas decisiones cuando se aproxima a la portería rival.

Podría convenirse pese a todo que el Deportivo mejoró con respecto a los compromisos anteriores en cuanto a que se agrupó en menos metros y el funcionamiento colectivo subió un peldaño, pero la sensación que transmite en ocasiones es la de carecer de un plan de juego. Mucho de eso tiene que ver con las lagunas en la construcción del juego que deslizó ayer el técnico rival al finalizar el encuentro.

Todo el peligro en la primera parte llegó a balón parado. .La mejor oportunidad la tuvo Aketxe con un lanzamiento de falta que se estrelló en el larguero.

Un error de Montero le puso en bandeja el gol al Albacete, pero Ojeda falló ante Dani Giménez. Aún así, el Dépor mejoraría en el inicio de la segunda parte hasta que el VAR pescó un penalti por mano de David Simón que en la televisión y a cámara lenta lo parece más de lo que realmente es. No hubo el mismo celo del colegiado para revisar una supuesta falta de Mollejo en un gol anulado. El asedio que siguió al tanto visitante acabaría con otro palo de Beto da Silva en una tarde desgraciada y desacertada a partes iguales para los deportivistas.