El mejor diagnóstico de los males que atenazan al Deportivo en este arranque de temporada hasta el extremo de llevarlo a ocupar los puestos de descenso a Segunda División B después de tres derrotas en cuatro partidos no lo ofreció su entrenador, Juan Antonio Anquela, sino el del equipo que lo tumbó el sábado en Riazor. El exjugador blanquiazul Luis Miguel Ramis, técnico del Albacete, percibió a un Dépor "nervioso" e impreciso. "Lo vi algo nervioso, con muchas imprecisiones. Era un equipo solvente en todas las fases de juego, encontraba jugadores entre líneas y le está costando en sus inicios la circulación. Sostienen bien Álex y Vicente, pero no acaban de participar todo lo que ellos quieren. Entiendo que es un proceso y que el Deportivo tiene una plantilla extraordinaria y que irá creciendo a lo largo de la temporada, lo que pasa es que los niveles de exigencia los tenemos todos altísimos y aquí no podía ser de otra manera", indicó el entrenador visitante cuando se le cuestionó sobre su rival el sábado. Su análisis contrastó con el de Anquela, que prefirió centrarse en la evolución mostrada por el equipo con respecto a las derrotas en Huesca y Vallecas. Esa mejoría existió, pero la sensación que dejó el partido contra los manchegos es que al Deportivo, VAR al margen, todavía le falta mucho por madurar.

Crecimiento en defensa, lagunas en ataque. El paso adelante de los blanquiazules ante el Albacete llegó porque solucionó los problemas defensivos que le lastraron en las tres primeras jornadas. Enfrente también tuvo a un rival menos ambicioso, pero el equipo funcionó mejor de manera colectiva para agruparse en menos metros. El problema estuvo en la falta de claridad ofensiva. No puede decirse que el conjunto de Anquela acumulara oportunidades, pero estrelló tres balones en los palos y contabilizó un total de 19 remates (siete entre los tres palos). Más bien sus lagunas derivaron de las dificultades para construir el juego.

Problemas en la creación. Armar las jugadas se ha convertido en el mayor de los obstáculos para el Deportivo. Lo era la temporada pasada y lo es también en esta. Los problemas se acrecientan cuando los rivales le ceden la iniciativa a los blanquiazules, como ocurrió el sábado contra el Albacete. Iniciar el juego se vuelve un atolladero que el equipo intenta resolver con lanzamientos en largo o bien con pases arriesgados hacia Koné o Aketxe que permitan superar líneas. Abreviar de esa manera las jugadas tampoco le favorece a los deportivistas, que acaban fiándolo prácticamente todo a las acciones a balón parado.

Aketxe, demasiado solo. En las faltas y acciones de estrategia el equipo ha encontrado un tesoro en el jugador vasco, que el sábado se esforzó en buscar alternativas que permitieran generar espacios y oportunidades para sus compañeros. No las hubo porque Koné estuvo menos participativo y porque tampoco hubo precisión en las bandas con Borja Galán y Víctor Mollejo.

Esperando a los nuevos. Las incorporaciones de última hora en el mercado deberían darle un impulso nuevo al equipo, y de hecho ya lo hicieron el sábado Montero y Salva Ruiz. Del estreno de los cinco fichajes ante el Albacete,el suyo fue el más convincente. De Mollejo se espera más y Jovanovic y Beto da Silva son aún una incógnita.