La bola de nieve en torno al Dépor crece. El luto de Mallorca, una planificación deportiva al límite, un calendario sinuoso, un equipo verde y las estreches de una nueva realidad le han dejado expuesto a un accidente. Y ha ocurrido. Ocupar un puesto de descenso a Segunda B supone hacer tangible la preocupación. Está ahí, no se puede rehuir. El equipo de Anquela mereció ganar y mejoró ante el Albacete, sobre todo en su entramado defensivo. No llega. La clasificación aprieta, los nervios y la presión van a más y son capaces de tragárselo todo. Septiembre y ya toca lidiar con material inflamable. Nunca hay descanso.

El técnico está incómodo, hay quien le cuestiona o, más bien, quien no ha dejado de ponerle reparos desde que llegó. Su rueda de prensa previa al duelo del sábado mostraba, por fin, a un entrenador que se revolvía ante tanta mirada escrutadora. Hasta entonces, era todo evasivas ante un micrófono. Su equipo tampoco es que le hubiese defendido sobre el césped. Ahora, en las malas, es también el momento de medir el pulso ante situaciones extremas, de comprobar si los eslóganes de campaña eran ciertos. Estabilidad para crecer fue la frase que abanderaba la candidatura de Paco Zas. No se cansó de repetirla y el club, sin duda, necesita esa serenidad. Nadie lo pone en duda. Pero es un concepto que, si no va acompañado de hechos, puede resultar un poco abstracto, puede acabar convirtiéndose en un brindis al sol. Con Carmelo no dudó un segundo y mantuvo su palabra. En breve, puede verse ante una nueva prueba, más exigente. Si se atiende a su ideario es ilógico pensar en un relevo en el banquillo a corto plazo, pero la realidad a veces aprieta y empuja a cortar por lo sano en contra de tus principios. Es muy distinto ser candidato a estar sentado en "la silla eléctrica". No es lo mismo aportar soluciones desde fuera sin el desgaste del día a día y sin sentir la presión que vivirlo todo en primera persona. ¿Inacción en la toma de decisiones o gatillo fácil? ¿Dónde está la línea que los separa? Solo las victorias pueden apartarle de ese brete y de comprobar si siguen estando cerca el Zas candidato y el Zas presidente.

Quienes pueden ayudar a liberar aire de la olla a presión son los últimos fichajes. Montero, Mollejo y Salva Ruiz ya fueron titulares, Jovanovic y Beto da Silva debutaron. Con algún entendible debe, es innegable que los tres futbolistas que salieron de inicio suben el nivel. A los extremos no es sencillo juzgarlos en tan poco tiempo. El lateral tiene experiencia, los atléticos están dando los primeros pasos en una temporada que les debe hacer crecer de manera exponencial. Se incorporarán los lesionados y Gaku. Cualquier ayuda es poca para Gijón, pero mal hará el Dépor si piensa sustentar su reacción en los nombres y no en el crecimiento como equipo. En ese sentido, el pasado sábado dio un paso adelante en defensa, que aún no es firme. Y le queda, además, ofrecer algo parecido unos metros más adelante. Tiene margen de mejora, pero queda la duda de si en la planificación se abordaron del todo los problemas que existen en esa zona. Peru Nolaskoain aún no está y el japonés se va a ausentar más de lo recomendable. Aketxe está un poco solo en la generación de fútbol y, con tanto extremo nato y delantero caído a banda, no parece encontrar a su alrededor jugadores con los que conectar, socios que ofrezcan pausa y toque. Un equipo de varias marchas, no solo que se mueva en la quinta velocidad, es lo que necesita este Dépor.

La noche y el día

Todo lo que son dudas e incertezas con el conjunto masculino se convierten en seguridades con el Dépor Abanca. Sufrirá y mucho, nadie lo duda. Pero tiene un proyecto, un grupo con ideas claras y comprometido, cree que en lo que ya tenía, en lo que ha traído. Se nota que tiene trazado un camino. No será sencillo y le pesará su humildad, pero al menos no se desvía de él, no titubea. La mañana del domingo en Abegondo y sus últimas temporadas no han dejado de ser un oasis ante lo que se vivía con el Dépor. La clase de Tere, el saber estar de Iris y Noelia, la ambición de Alba, la potencia de Michelle y Gaby, la ratonería y velocidad de Peke, el desparpajo de Athenea... No se agotaron las buenas noticias individuales, pero lo importante fue que a todas les empujaba el equipo, la creencia en una idea, en algo que está por encima. Justo lo que se ha echado de menos en Riazor en los últimos tiempos.