Un Dépor de sudor en la frente, pero impotente hasta la desesperación, solo pudo librarse de la quema en el descuento y gracias al VAR. Un parto, un alivio. De más a menos, el grupo coruñés rescata un punto que anhela que sea el principio de un cambio de tendencia en un duelo en el que se mostró como un medio equipo. Mejor en la presión y en la seguridad atrás ante un Sporting menor, aparece, cuando cruza el centro del campo, como un conjunto cortocircuitado y dubitativo hasta la esquizofrenia. Un buen puñado de decisiones individuales mal ejecutadas terminaban de conformar un cóctel de mala digestión, que aún así le tenía que haber servido para, al menos, empatar sin esperar al indulto del videoarbitraje. El Dépor se muestra hoy como un equipo con personalidad, pero de momento lejos de tener las herramientas y el manejo necesarios para ser un conjunto puntero de esta categoría. Futuro incierto, tocará ejercitar la paciencia.

Anquela fue más intervencionista que nunca en el inicio del duelo. El día que se la jugaba, el día que se iba a notar su mano. La incógnita era si sería para bien o para mal. Del 4-2-3-1 pasó al 4-1-4-1 y apostó por Christian Santos en punta. Se quedaban en el banquillo Koné, Bóveda y Borja Galán. El técnico jienense le daba algo más de consistencia a su media al jugar con el japonés, Vicente y Álex por dentro. Al coruñés le sentó bien el cambio. El peaje era arrinconar en banda a Aketxe, donde se desconecta con más facilidad. La idea era que el venezolano aportase su olfato y en la segunda jugada bajando algún balón y oxigenando. El plan no tenía mala pinta, pero le llegó la primera salvedad en el minuto cinco. Cuando el equipo coruñés aún estaba haciéndole la horma al partido, una pérdida y una genialidad de Djurjevic le obligaba a empezar el partido con hándicap. 1-0. El Dépor no está en su mejor momento, tampoco le sale nada.

Superó algún susto más y pronto se hizo con el duelo. Tocaba y tocaba, aunque tampoco le sobraba calidad, no era capaz de hacer daño. Las ocasiones de mayor peligro siempre llegaban tras pérdida, no en jugada posicional. Así Christian mandó una pelota al palo tras choque de hombro y centro de Mollejo y ninguno de estos dos protagonistas llegó minutos más tarde a un centro de Salva Ruiz que olía a gol. Vicente también disparó arriba en una posición inmejorable desde la frontal. El Dépor, imperfecto, era dueño del encuentro y de manera modesta conseguía crear ocasiones. El empate se le resistía.

Esta superioridad territorial y en el juego se vio favorecida en parte por la actitud del Sporting. Cómodo en el repliegue, quería robar y lanzar a Djurjevic, su único plan. Y casi le sale bien. En un balón largo de Carmona, Dani Giménez arriesgó saliendo a sus pies cuando el balcánico ya se relamía. Fue otro de los cuellos de botella de un encuentro lleno de interrupciones y de entradas tácticas. No bronco, pero sí a frenazos. El Dépor, con Mollejo como alma del grupo y martillo pilón, se iba penando al descanso. La sensación de estar haciéndolo mejor que su rival, de ir a más y de estar cada día a mayor nivel en la presión arriba. De momento, no le llegaba.

La segunda parte debía haber sido la del crecimiento blanquiazul y estuvo muy lejos de serlo. La poca claridad que tuvo en ataque antes del descanso se convirtió en ínfima en el segundo tramo de partido. Cada vez que recuperaba y pasaba del centro del campo no sabía que hacer con él. Perdido, desorganizado. Christian solo, Aketxe en otro mundo, Bóveda se hartó de fallar pases y Gaku sigue siendo un tanto tibio en su fútbol. El Sporting hacía su parte convirtiendo en áspero el choque. Lleno de balones divididos, de imprecisiones. La clarividencia brillaba por su ausencia para uno y para otro, mientras Álex se multiplicaba en la intendencia.

El peligro solo llegaba a balón parado en una acción de Aketxe. Anquela, viendo el panorama, empezó pronto con los cambios. Nula incidencia tuvieron en el encuentro las sustituciones en el medio del cambalache de sistemas y de permutaciones. La entrada de Koné parecía dar quizás una interesante alternativa a Christian en ataque. Poco hizo o poco pudo hacer el marfileño. El ataque se volcó de nuevo por la derecha más por la insistencia de Borja Galán que por la pericia de los blanquiazules. Aun así, la mejor oportunidad llegaba por la izquierda en una acción de banda a banda que Salva Ruiz enviaba a las nubes. Mientras el Dépor ataca desde las entrañas, el Sporting, obtuso, se descolgaba a trompicones. Solo la malicia de Djurjevic y sus disparos desde la frontal ponían en aprietos a Dani Giménez. Muy, muy pobres los gijoneses.

Los últimos minutos depararon de nuevo suspense. Si hace una semana le quitó, esta semana el VAR le regaló la igualada. Pulido Santana, que no supo cortar el juego brusco gijonés y que se mostró un tanto casero, tuvo que ir al monitor para certificar lo que era una evidencia. Aketxe no falló, el Dépor respiraba. 1-1. Las sensaciones siguen siendo preocupantes, pero al menos puntúa y se libra del descenso. Solo el tiempo dirá si se convierte en un punto de inflexión a la espera de fluidez y una mayor autoestima o en breve vuelve a las andadas. El primer indicio, ya el miércoles.