Si la jornada pasada contra el Albacete fue el VAR el que decidió el partido en contra del Deportivo, ayer en la visita al Sporting el videoarbitraje terminó rescatando al equipo blanquiazul de un nuevo tropiezo. Más vale ir acostumbrándose, son las cosas del fútbol moderno, en el que los partidos pueden decantarse lejos del césped. Ayer hizo justicia para los méritos de unos y otros, porque el Deportivo no mereció perder en El Molinón a pesar de que está lejos de despejar las dudas que lo condicionan desde el arranque del campeonato. Además, el penalti señalado al exdeportivista Borja López fue tan clamoroso que parecía imposible que escapara al escrutinio de los colegiados que se encargan del VAR.

El punto corta la racha de tres derrotas que acumulaba el conjunto de Juan Antonio Anquela, pero no permite borrar la imagen ramplona que volvió a dejar ayer en El Molinón. No fue muy diferente a la de la semana pasada contra el Albacete, porque el equipo volvió a mostrar muchas lagunas a pesar de que su entrenador decidió modificar su planteamiento inicial. El doble pivote quedó aparcado en favor de un esquema de tres centrocampistas con Álex, Gaku y Vicente que funcionó de entrada y que enseguida se fue desdibujando con el paso de los minutos.

La sensación con el Deportivo es que el equilibrio está lejos de poder alcanzarse. La primera parte en El Molinón confirmó algo que ya se intuía en las jornadas precedentes: en cuanto logra apagar un incendio enseguida se le enciende otro. El equipo de Anquela cierra una vía de agua y el alivio le dura lo que tarda en aparecer la siguiente. Si ayer consiguió ajustar la presión adelantada que reclama su técnico, lo que le causó un constante dolor de cabeza fue el repliegue defensivo.

De una pérdida en el centro del campo a la que Álex no llegó a tiempo para frenar un contragolpe nació el tanto del Sporting. En realidad partió del desorden de toda la defensa blanquiazul, que aprovechó Djurdjevic para firmar un remate sensacional.

A pesar del golpe, el Deportivo no le perdió la cara al partido y consiguió llevar el mando en una primera mitad en la que sin embargo le faltaron oportunidades. La mejor la tuvo Christian Santos al cuarto de hora con un remate forzado de cabeza que mandó al larguero. Medio gol tendría que habérselo agradecido a la insistencia de Mollejo, que porfió en la línea de fondo para recuperar un balón. Es el joven jugador perteneciente al Atlético, al igual que su compañero Montero, el que mejor parece haberse adaptado al discurso encendido de su técnico. En otros ha calado menos, porque esa intensidad que reclama Anquela no se vio ayer demasiado en Gaku o Vicente.

Eso penalizó a un Deportivo que fue perdiendo fuelle hasta terminar renunciando a la apuesta inicial con tres centrocampistas. Aparecieron de nuevo los problemas para armar el juego y las dudas de un equipo que no consigue darle profundidad a un juego raquítico.

El guion deportivista termina derivando en ejercicios desesperantes como el de ayer en la segunda parte. Entregado a los centros desde los costados sin mucha puntería o a que Aketxe sacara su zurda a relucir, el conjunto de Anquela terminó cogiendo aire desde el punto de penalti a la espera de convencer.