Seis jornadas después el Deportivo todavía no ha conseguido acabar un partido sin encajar un gol. Ayer se llevó tres para desperdiciar una ventaja de dos tantos después de remontar la ventaja inicial de un Numancia Numancia que en la primera parte sacó los colores al conjunto de Juan Antonio Anquela, convertido ya en el más goleado de la categoría. El equipo blanquiazul contabiliza 13 goles en contra, una losa que le condiciona para alcanzar los resultados que necesita para enderezar su titubeante inicio de campeonato.

Ayer marcó tres y no le sirvió para conseguir una victoria que se le resiste desde la primera jornada porque le permitió al rival endosarle otros tantos cuando tenía el partido en el bolsillo. Ocurre que todo lo que rodea al Deportivo tiene un aroma a improvisación. El equipo de Anquela ataca mal y por lo tanto también defiende mal. La primera parte de los blanquiazules ayer es el reflejo de las dificultades para armar el juego. Eso se traduce en nerviosismo e imprecisiones por parte de unos jugadores a los que les resulta imposible disimular sus dudas.

Todos los males conocidos del equipo en este arranque de temporada quedaron expuestos una vez más en la primera parte de ayer: un equipo largo, una presión ineficaz y un centro del campo transparente.

Solo las acciones a balón parado permiten al Deportivo compensar sus debilidades, pero la zurda de Aketxe no es suficiente para amarrar los puntos que necesita para escalar posiciones en la clasificación. Una falta del centrocampista vasco que sorprendió a Dani Barrio y un saque de esquina que remató Mollejo sirvieron para remontar ante las dificultades para crear oportunidades. El penalti que marcó Koné parecía que cerraba una victoria que se le escurrió por los desajustes defensivos crónicos de un Deportivo que por tercera vez esta temporada recibió tres goles y ya promedia más de dos goles encajados por partido.