Decía Luis Aragonés que le había cambiado la vida el día que salió del vestuario del Atlético como jugador y entró una mañana después como jugador. Establecer jerarquías, cambiar el chip, gestionar la inexperiencia. Todo sin anestesia. Un cuarto de siglo después algo parecido le ocurrió en Ferrol a Luis César Sampedro (Vilagarcía de Arousa, 1966), el hombre al que Paco Zas ha encomendado la labor de reflotar al Dépor y al que ahora tampoco le sobrará el tiempo para que cuaje su propuesta en A Coruña.

"Me adapto a los equipos que dirijo y procuro que tengan un estilo de juego reconocible". Luis César tiene una página web personal en la que se expresa como técnico en una especie de decálogo en el habla de trabajo en equipo, tecnologías, gestión de vestuarios y conjuntos equilibrados y adaptados a las necesidades. Lejos queda ya aquella pasión juvenil y aquella valentía que le llevaba a situar la línea defensiva de su Racing en el centro del campo. Sus equipos han ganado en registros y en matices, pero en él y en sus obras siempre queda algo de aquel portero de Vilagarcia que se devoraba libros y que, aún como jugador, había hecho suya la última fila del bus del equipo en los desplazamientos para sacarse el carnet de entrenador, para encaminar su futuro a los banquillos. Corría el año 2000 e Isidro Silveira lo supo ver y canalizar esa pasión hacia una nueva profesión. Un día estaba en el vestuario celebrando el ascenso de los goles de Sueiro y Pablo y al día siguiente era el jefe de la caseta. Con él en Ferrol se vivieron años en los que el equipo incluso soñó con llegar a una Primera División que nunca alcanzó. Era el equipo de la ONU, plagado de extranjeros y jugadores a prueba, pero a los que él hacía rendir.

Su salida de A Malata le llevó a un peregrinaje en el que llegó a casi todos los puntos cardinales de la geografía española. Tocó el cielo en Tarragona arribando a Primera y no le importó remangarse y bajar a Segunda B en Albacete para relanzar su carrera. Lo llevó de nuevo a Segunda, la categoría en la que debutó en el fútbol profesional y su hábitat natural en las dos últimas décadas. En Lugo, hace tres años, también tomó impulso y esa experiencia le llevó a que le reclamase el Valladolid, pero no pudo codearse de nuevo con la élite. Llegó Sergio González para sustituirle y llevar al equipo a Primera. Su última travesía en Tenerife fue corta, pero intensa. Lo salvó, cumplió. Le sirvió, además, para sanearse después del mal sabor en Pucela.

Luis César trae de nuevo la figura del entrenador gallego a Riazor. Toma más de un lustro después el relevo de uno de sus mentores: Fernando Vázquez. Cuando aquel portero de Arousa se buscaba la vida, se topó en el banquillo del Lalín con un profesor de instituto sin apenas experiencia que estaba decidido a revolucionar el fútbol de la comunidad. Con él coincidió en el Manuel Anxo Cortizo, él se lo llevó a Ferrol. Su nombre ha estado ligado en su etapa como jugador a otras figuras del deportivismo que lo tuvieron a sus órdenes como Luis Rodríguez Vaz o Ramón Piña.

Luis César se sentará este fin de semana en el banquillo del estadio de Gran Canaria para medirse al Las Palmas, justo el rival que ha visto en directo en las últimas semanas en Ponferrada y Lugo. Ahora queda por comprobar si el improvisado scouting surte efecto y si ha llegado la hora de que triunfe en el Deportivo.