Resulta complicado alcanzar resultados distintos haciendo lo mismo de siempre, pero ayer el Deportivo se empeñó ante el Málaga en lograrlo. El desafío al sentido común de Luis César en su estreno en Riazor se saldó con un doloroso fiasco que hunde todavía más en la última posición a un equipo moribundo que cada jornada agrava un poco más si cabe sus terribles síntomas. La pirueta lógica del entrenador consistió en apostar por los mismos que empataron contra el Almería en la que fue la despedida de Juan Antonio Anquela. Los mismos jugadores, con idéntico doble pivote formado por Álex y Gaku, Aketxe por delante, Longo de delantero y dos jugadores abiertos en ataque, naufragaron ante un Málaga aseado al que le bastó con una pizca de acierto en el área contraria y orden en la propia.

La receta no parece mala de antemano para un conjunto en problemas, porque no hay que olvidar que los andaluces los tienen y quizá incluso más graves que los coruñeses, pero resulta una quimera que este Deportivo sea capaz de aplicar algo parecido tal y como está. En lugar de una receta parecida a la de Víctor Sánchez del Amo, Luis César decidió insistir en algo parecido a lo que ha llevado al equipo a encadenar once partidos seguidos sin ganar.

Las intenciones del técnico blanquiazul quedaron bien expuestas desde la alineación, plagada de los mismos jugadores que han firmado uno de los arranques de temporada más catastróficos de la historia del club. La disposición fue también la misma, esa que no permite al equipo iniciar de manera limpia ninguna jugada, encontrar continuidad a través del centro del campo o profundidad por las bandas. El resultado, como no podía ser de otra manera, fue un inicio de partido soporífero e igual de inquietante que los de las últimas comparecencias en Riazor.

No es de extrañar que los silbidos no tardaran así en aparecer para afearle a Gaku su parsimonia o que su recurso preferido sea la entrega de la pelota de cara a quien tiene más cerca, generalmente hacia atrás. El estado del equipo puede resumirse en la figura del japonés, supuesta pieza clave de este Deportivo. Ni juega ni transmite el presunto mediocentro. Presunto porque él mismo se encarga de recordar que su posición es esa y no otra, pero parece funcionar mejor cuanto más cerca del área aparece para filtrar pases a sus compañeros.

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Deportivo 0 - 2 Málaga

El equipo no encuentra nadie a quien agarrarse y, huérfano de referencias individuales, carece también de recursos colectivos y mecanismos a partir de los que crecer y empezar a asomar la cabeza. No los tiene tampoco a pesar del relevo en el banquillo. Luis César no ha proporcionado todavía las herramientas necesarias para que este Deportivo encuentre el camino hacia la portería rival sin recurrir siempre a los lanzamientos en largo y al balón parado.

Ante el Málaga ayer no tuvo otro recurso y tuvo que esperar hasta la segunda parte para contabilizar algo parecido a una oportunidad de gol. Para entonces ya ganaba el Málaga gracias a un saque de esquina que aprovechó Mikel solo en el segundo palo gracias al error de toda la defensa blanquiazul.

Pensar en que este Deportivo pudiera remontar ese tanto se hacía complicado en vista de lo que expuso en la primera mitad, pero es que el arranque de la segunda no fue mejor. Derrotado de antemano, el conjunto blanquiazul cedió un par de ocasiones a los visitantes para ampliar la ventaja que desbarató Dani Giménez.

No le dio continuidad el Málaga a esas llegadas y prefirió guardar el resultado. Ahí encontró el Deportivo una posibilidad de asomarse a la portería de Munir. Fueron unos minutos de asedio comandados por Aketxe, más participativo en la creación, y por Gaku. La intentona, sin embargo, se quedó en un espejismo.

Luis César decidió después retirar al japonés para ganar presencia en el área. Con ello retrasó a Aketxe y perdió el control de la pelota que había ganado el equipo. El descalabro lo completó Dani Giménez, que a pesar de su pifia en el segundo gol del Málaga quedó como el mejor del partido. Así está el Dépor.