Oriol Riera (Vic, 1986) tenía este verano el privilegio de decidir su futuro libremente. Sus dos buenas temporadas en Australia le brindaron la posibilidad de renovar por el club que le convirtió en su referente sobre el césped, aceptar alguna de las "importantes ofertas" que le llegaron de varias ligas asiáticas o bien volver a casa. Las opciones quedaron finalmente reducidas a dos: "La decisión era muy clara, o seguíamos en Australia o volvíamos a España".

El deseo de su familia terminó inclinando la balanza en favor de recalar en el Fuenlabrada, en cuyas filas se reencontrará el sábado con el Deportivo (16.00 horas). Atrás dejó una etapa "muy enriquecedora" en el Western Sydney Wanderers. "Necesitaba algo nuevo y allí lo encontré. Encontré las ganas de volver a competir y de volver a disfrutar del fútbol", recuerda sobre el paso que dio de viajar a las antípodas después de una temporada y media en A Coruña y otra como cedido en Osasuna.

Allí descubrió un fútbol en desarrollo con cierto parecido al inglés „"sin mucha táctica, más de fuerza física y velocidad"„ que le brindó la posibilidad de divertirse y al mismo tiempo sentirse importante dentro de un equipo. "Allí se disfruta muchísimo del fútbol sin esa presión que hay en España, pero te exigen porque al final vas allí como jugador franquicia y tienes que hacer bien las cosas. Te piden que ayudes mucho a los jóvenes y a nivel familiar se disfruta mucho", reconoce.

Consagrado como máximo goleador de la competición en su primera temporada y convertido en la referencia de su equipo, este verano recaló en un Fuenlabrada recién llegado a Segunda División que transcurrido un cuarto del campeonato se ha convertido en el equipo revelación. En el vestuario del próximo rival deportivista, sin embargo, ocupar la tercera plaza de la tabla se ve como algo anecdótico. La humildad es la máxima que gobierna un grupo que para no perder de vista su objetivo se alimenta de una circunstancia que vivieron en el arranque del curso. "Nosotros nos lo tomamos a risa porque empezamos a tener agua caliente en la jornada 2", recuerda sobre las condiciones en los vestuarios del estadio Fernando Torres debido a las obras de acondicionamiento a Segunda.

El sábado recibirán a un Deportivo con los papeles invertidos dada la delicada situación de los blanquiazules, inmersos en una crisis que el delantero achaca en cierta medida a la "mala suerte". "La categoría es muy exigente", subraya. "El Deportivo en las primeras cinco o seis jornadas tuvo muy mala suerte. Tuvo partidos de dominar completamente en los que el rival le llegaba por un error puntual y le marcaba. Tranquilamente podría tener ocho o nueve puntos más", sostiene.

Oriol Riera es consciente también de la inestabilidad que rodea al club deportivista y de la agitación a la que ha estado sometido en los últimos años. A pesar de la distancia, ha mantenido el vínculo con el equipo y también con compañeros de su etapa blanquiazul. Todo ese ruido, sin embargo, sabe que se disipa con resultados. "He seguido las últimas elecciones y todo lo que pasó", admite. "Es cierto que al final esa inestabilidad extradeportiva puede llegar a influir, pero lo que manda en el fútbol son los resultados y a partir de ahí relanzas. Nosotros nos esperamos ese equipo que va a venir a por todas, con ganas y con las uñas afiladas", reflexiona acerca del partido.

El del sábado para el delantero será un nuevo capítulo de su relación con el Deportivo después de abandonar el club en el verano de 2016 tras lograr la permanencia dos temporadas consecutivas. A pesar de verlo como colista, tiene claro dónde debe estar: "El Dépor, por entidad, por jugadores y por afición va a volver a Primera División. Si no volvió el año pasado porque perdió la final, volverá el siguiente y si no el siguiente, pero volverá. Es un club grande en el que la afición tira cuando lo necesita, he estado allí y lo conozco".