El Deportivo es un equipo a la deriva que viaja sin rumbo por la competición. El destino final no puede ser otro que la catástrofe con actuaciones como la de ayer en Almendralejo. Fue otro partido para el olvido del conjunto blanquiazul, zarandeado una vez más por un rival que aprovechó al máximo las miserias que cada semana expone este grupo de jugadores superado por la situación en la que se encuentran inmersos. Colistas con un tercio del campeonato consumido y sin catar la victoria en quince partidos, los síntomas, lejos de mejorar, empeoran con el paso de las semanas. La crisis desnuda a todos, sin excepciones.

De revolcones como el de ayer ante el Extremadura de los exdeportivistas Manu Mosquera, Caballo y Pinchi no se salva nadie. Las culpas se reparten entre el consejo de administración, la dirección deportiva, el entrenador y la plantilla. Todos, en mayor o menor medida, son responsables de descalabros como el del Francisco de la Hera y de la pesadilla en la que se ha convertido la temporada de un Deportivo a expensas de una reacción que tendrá que ser milagrosa y que sin embargo a estas alturas ni se intuye.

Luis César volvió a insistir en lo mismo y el resultado volvió a ser el de siempre, de modo que al final del partido no le quedó más remedio que reconocer que tendrá que someter al equipo a una revolución para salir del pozo en el que se encuentran. Seis partidos después, y con dos puntos de bagaje, el técnico claudicó y admitió que no le queda otra que darle el meneo que esquivó desde su llegada.

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El Dépor cae 2-0 ante el Extremadura

La fórmula que ha empleado no le ha servido y sin embargo a los rivales les ha valido siempre la misma para desarbolar a un equipo sin alma ni recursos. Al Extremadura le bastó ayer con orden y cuatro ideas básicas para sonrojar al Deportivo. Manu Mosquera varió su sistema habitual para colocar cinco defensas, renunció a la pelota y esperó a que el conjunto de Luis César se inmolase. Y el equipo blanquiazul, fiel a su estilo, no tardó en hacerlo.

Fue a los cinco minutos, después de un saque de banda que se presionó sin demasiado tino. El Extremadura supo salir con peligro ante el desconcierto deportivista. Nadie replegó como debería y Pinchi pisó el área, donde esperó hasta intuir la llegada de Álex Díez en el segundo palo para anotar de cabeza a placer.

Le costó ordenarse desde entonces al conjunto de Luis César, como cada vez que recibe un golpe, pero lo consiguió a partir del balón. Esa era la apuesta inicial con la presencia de Vicente Gómez en el once en lugar de Álex Bergantiños, pero cuando mejor se encontraban los blanquiazules sobre el césped cometieron otro error de bulto.

De una saque de esquina a favor en el que Bóveda pifió el remate se gestó un contraataque del Extremadura en el que Caballo terminaría asistiendo a Zarfino. En media hora el Dépor ya había enterrado sus opciones de asomar la cabeza y empezar a corregir su dramática situación.

La reacción casi individual de Koné no sirvió ni siquiera para maquillar el marcador y lo que se impone ahora es una desde el banquillo. Una que minimice los errores propios sin renunciar a que el balón transite por el centro del campo con fluidez y algo de criterio o permita a Koné, de lo poco rescatable de este equipo, lucir un poco.