Tercer partido del Deportivo sin encajar, que era la meta del equipo en este partido, y eso significa no perder, pero a este equipo no le basta solo con eso, necesita ganar de forma imperiosa. Contó Luis César con la pareja de centrales llamados a mandar en la zaga, Lampropoulos y Somma, pero también reforzó la medular con tres hombres, dos de contención y otro más creativo „Álex, Peru y Vicente„, un trío en el que el canario volvió a demostrar el pedazo de fútbol que lleva en sus botas y en su cerebro, algo que no prodiga, por lo menos desde su llegada a Riazor.

Es uno de los escasos encuentros en los que el equipo coruñés no está detrás del contrario, un encuentro en el que mandó con balón y sin balón, aunque es cierto que le faltó profundidad y llegada, pero sobre todo remate, a pesar de haber iniciado el encuentro con dos/tres delanteros natos, más allá del punto de partida de cada uno de ellos, y todos con olfato de gol, que parece atrofiado según se muestra en las últimas jornadas. Todo es cuestión de que entre una. Jugar con más atacantes no es sinónimo de marcar, tampoco de generar más ocasiones, como se vio ayer. Sin embargo, sí puede imponer al adversario, sobre todo si se ve sorprendido, que no fue el caso.

Puede ser este encuentro el punto de arranque de un nuevo equipo, pero necesita confirmarlo en las jornadas venideras. Mostrar la fortaleza defensiva de ayer es básico para el futuro; mejorar en la faceta ofensiva también, porque ahora no basta con empatar, el Deportivo está obligado a sumar de tres en tres, y ayer desperdició una nueva oportunidad, aunque fuese ante un equipo que se mantiene invicto a domicilio. Por supuesto que el hecho de dominar el partido a través del balón puede aportar y reforzar una situación anímica insostenible, que una vez liberada supondría dar rienda suelta a lo que buscan los futbolistas y a lo que anhelan los seguidores: las victorias.