"Me acuerdo de estar en la orilla y la pelota era más grande que ella, pero te la devolvía siempre perfecta. Una y otra vez. Había que decirle que parara". Tomás, hermano de Teresa Abelleira (Pontevedra, 2000) y jugador del Choco, aún recuerda aquellas jornadas interminables de "sombrilla y nevera" y, sobre todo, de "balón" al borde de arenales en Covelo, A Lanzada o Sanxenxo en las que, sin saberlo, se estaba puliendo el talento ya innato del gran referente del Deportivo Abanca. "Se pasaban allí durante dos meses dos o tres horas al día. Debían tener harta a toda la playa", tercia entre risas su padre Milo, ahora técnico del Rápido y con pasado en los banquillos de Pontevedra, Ourense y Celta B. "Hacían muchas pachangas allí con niños. Cuando estaban haciendo toques, a veces me sumaba yo y lo pasábamos muy bien. También jugaban mucho en las pistas, en la zona de A Caeira (Poio). Al final, no deja de ser una futbolista de la calle, de las que ahora por desgracia ya quedan menos", corrobora un padre que hasta hace unas semanas entrenaba a un equipo de fútbol base de Pontevedra, en el que echaba en falta ese perfil de jugadores, porque "no llega con formarlos solo una hora y media tres días a la semana; ellos jugaban todas las tardes".

Tomás tiene muy presente "aquel campito de piedras" en el que se hacían "unas heridas tremendas", pero del que no se podían despegar. Allí sufría Teresa, cinco años menor, las bromas de su hermano en forma de caños, porque "había que vacilar" y ahora, con ella como ejecutora, sus víctimas son jugadoras de la Primera Iberdrola. O túneles o golazos. Al final, a aquellos juegos y a los highlights de hoy les unen un talento innato, elevado en estas cuatro temporadas en A Coruña. Plástica. "Desde pequeña ya se le veían cosas diferentes. Tenía unas mecánicas, unos golpeos, unos toques...". Su padre Milo la recuerda yendo desde niña a sus partidos y a los de "su hermano", dando patadas a un balón con "dos o tres años" en un ambiente familiar en el que se respira deporte. "Hasta su hermana (Iria) se dedicaba al atletismo, al salto de altura, pero esa era otra exigencia. Yo siempre digo que estos dos (Tomás y Teresa) fueron futbolistas porque vieron a la hermana y fueron más listos", apunta en tono jocoso.

Teresa Abelleira, en edad infantil a la derecha, con el AJ Lérez | Iñaki Osorio

No todo es entorno y genética, también hay formación e inquietudes. "Hizo también otros deportes como atletismo y taekwondo y creo que eso ayuda muchísimo a los niños a mejorar su nivel psicomotriz", comenta su padre, al que no le dejaban de sorprender las preguntas que le hacía Teresa de niña. "Más adelante, empezó a jugar en el AJ Lérez (un club histórico de Pontevedra) y ahí tuvo dos entrenadores que le ayudaron muchísimo. Hablaba con ellos. Me acuerdo que, con once o doce años, cuando yo venía de León (fue técnico de la Cultural) le gustaba anotar y enseñarme sus tareas tácticas y te hablaba de permutas, de ese tipo de cuestiones...".

De la playa y las pistas a jugar en el Lérez con niños. Del atletismo y el taekwondo al fútbol sala. Todo antesala de su fichaje por el Dépor, su gran salto deportivo y personal a los 16 años. "Cuando me llama Manu Sánchez, claro que no es fácil. Son niños, ella estaba acostumbrada a estar en casa. Sabes que lo pueden pasar mal y perderse cosas, pero tenía la ilusión y tomó ella la decisión. En aquel momento, jugaba también en el Poio (Primera División). Acababan de ganar el campeonato de España cadete y ya la querían para el primer equipo. Prefirió el fútbol, aunque ella y Lía (ex del Dépor, ahora en la Universidad de South Florida) estuvieron compaginándolo hasta el final".

Presente y futuro

El pasado parece cercano, pero queda lejos, mientras Teresa Abelleira se devora el presente con victorias y jugadas imposibles semana tras semana. Nadie adivina a dónde llegará. Se hicieron de rogar, pero las conquistas con los escalafones inferiores de la selección española y el ascenso con el Dépor fueron el preludio de su eclosión y la de sus compañeras en la Primera Iberdrola. "Nadie podía imaginar todo lo que está pasando, pero no deben ponerse techo. Tienen que disfrutar y no renunciar a nada". Tomás le recomienda que sea ambiciosa y su padre desea que vaya asumiendo poco a poco su nuevo estatus profesional, su nueva vida. "Si se le sube mucho, ya están aquí su padre y madre pendientes. No hará falta. Es una persona muy normal y debe seguir teniendo la cabeza como la tiene". El año 2020 prepara para ella nuevos retos con un Deportivo Abanca que apunta a los puestos altos de la tabla, con el Mundial Sub 20 como telón de fondo y con la Absoluta como estación final. Unos meses frenéticos previos a un verano apasionante y de decisiones importantes. Por ahora, a Teresa nada la detiene.