El Deportivo terminó ayer entre los vítores irónicos de una parte de su afición, a la que como último recurso le ha quedado el sarcasmo tras constatar que su equipo ya no da para más. Después del enfado y la resignación por la situación que atraviesa el conjunto blanquiazul, la burla o el humor pueden funcionar como mecanismo para asimilar la realidad. Y la realidad del Deportivo es que es el colista de la categoría, que tras perder ayer contra el Zaragoza la salvación se le escapa hasta los ocho puntos, que encadena 18 partidos sin ganar, la peor racha de la historia del club, y que se descompone poco a poco en medio de un clima depresivo. La directiva, desaparecida, no ofrece señales de vida; el entrenador, perdido, es incapaz de hacer reaccionar a un equipo moribundo; y los jugadores, rendidos, parecen entregados ya al "sálvese quien pueda" de un barco, el blanquiazul, completamente a la deriva.

Si nadie le pone remedio lo antes posible, lo que le espera al Deportivo de aquí al mes de junio es un auténtico calvario. Nada hasta ahora ha servido para resucitar a un equipo inmerso en la peor cuesta abajo de su historia después de 18 jornadas sin una victoria. Lo peor es que no ofrece síntomas de poder ponerle punto y final, enredado en soluciones efímeras que se vuelven espejismos. La solidez defensiva parecía el punto de partida para la resurrección después de los partidos ante Alcorcón y Lugo. Faltaba tan solo afinar la puntería, proclamó Luis César en la víspera del encuentro, pero ayer el Zaragoza se marchó con dos goles de ventaja al descanso.

Volvió a aflorar la debilidad defensiva deportivista en un partido que arrancó con retraso por problemas con los pinganillos del conjunto arbitral y que tardó en romper sobre el césped. Los dos equipos se tantearon a la espera de ver lo que podía ofrecer cada uno. Mandó el Deportivo de inicio, más pegajoso en las marcas e impetuoso para anticiparse en las acciones divididas. Al conjunto de Luis César, sin embargo, le faltó lo que le ha faltado desde la llegada del arousano al banquillo: ideas y recursos en su juego para inclinar los partidos a su favor.

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El Dépor cae 1-3 ante el Zaragoza

La solución que ha articulado el entrenador para buscar caminos hacia la portería contraria prescindiendo de una referencia clara en el ataque tampoco ha dado el resultado esperado. Juntar a Mollejo, Koné y Aketxe sonaba tentador para cualquiera, pero se ha revelado como una opción improvisada. La sensación es que, de medio campo hacia delante, cada uno hace la guerra por su cuenta en este Deportivo.

La prueba ayer fue la actuación de Koné, que estropeó todas y cada una de las jugadas en las que intervino. El jugador que debía aportar profundidad al ataque, y por el costado izquierdo la hubo al inicio cuando Luis Ruiz se animó a ganar la línea de fondo, escogió siempre mal hasta dimitir y sacar del partido a sus compañeros en el ataque.

Sin recursos para imponerse al Zaragoza, afloraron los errores. Vicente Gómez se equivocó en el inicio de una jugada al filo de la media hora y el remate posterior al palo de Luis Suárez marcó el derrumbe deportivista. Guitián adelantó a lo visitantes en uno de los saques de esquina que siguieron a esa acción y Puado ampliaría la ventaja antes del descanso con otro remate de cabeza entre los centrales.

No había por entonces rastro de un Deportivo al que no se le adivinan ni el carácter ni los recursos en su juego como para remontar un partido así y por extensión una situación como en la que se encuentra inmerso. Luis César cambió su plan inicial y nada más arrancar la segunda parte buscó velocidad arriba con Borja Valle y Beto da Silva en lugar de Aketxe y Koné.

La indecisión de Álvaro Ratón en una salida metió al Deportivo en el partido nada más regresar de los vestuarios e incluso Borja Valle tuvo una oportunidad para anotar el segundo y empatar, pero falló ante el portero del Zaragoza. El equipo, sin embargo, no aprovechó ese arreón de rabia ni el penalti que Dani Giménez le detuvo a Luis Suárez.

En esos momentos de desconcierto visitante no hubo un plan de juego que evitara alargar una racha nefasta que deja al equipo y al club en general prácticamente desahuciado cuando no ha acabado ni siquiera la primera vuelta.