El viento ha cambiado para el Deportivo. Ya no le da siempre de cara mientras ve como se le alejan los rivales. Ahora sopla a favor y es el equipo blanquiazul el que adelanta a los demás mientras descuenta las victorias que necesita para alcanzar una permanencia que no hace mucho veía lejana, muy lejana, y que ahora tiene al alcance de la mano. Hace tres jornadas tenía la salvación a nueve puntos y ahora la vislumbra a uno después de enlazar tres victorias. Por primera vez en tres meses ya no ocupa la última plaza de la clasificación, con todo lo que eso representa para unos jugadores y una afición que hace poco lo veían todo perdido.

El Deportivo ahora es otro. Impulsado por Fernando Vázquez se ha subido a una ola de ilusión que lo ha llevado desde el fondo de la tabla hasta el balcón de la permanencia, favorecido también por una propuesta sobre el césped más firme. El equipo tiene las ideas más claras, además de cintura para corregir sobre la marcha cuando, como ayer, no le sale todo bien a la primera. Tiene también esa pizca de suerte que antes le era esquiva y la dosis de inspiración necesaria para que Emre Çolak se invente un gol de bandera e inmediatamente después salga expulsado.

El turco tiene esa ambivalencia propia de los que derrochan carácter y talento y son capaces de lo mejor y lo peor. Como un Deportivo que ayer arrancó rozando el gol en dos acciones a balón parado y terminó encajando un tanto al cuarto de hora y perdiendo completamente de vista la pelota. Fueron minutos de zozobra los que siguieron al tanto de Cejudo en una excelente maniobra en la frontal del área. Al conjunto blanquiazul le costó sacudirse el desconcierto hasta que Fernando Vázquez decidió alterar el planteamiento con tres centrales al que había decidido dar continuidad con respecto a Soria y colocar a Emre Çolak sobre el césped.

86

El Dépor doblega al Racing 2-1

Con el turco en el campo, el equipo consiguió que el Racing dejara de manejar la pelota a su antojo y se ordenó con más criterio. Le favoreció el gol de cabeza de Sabin Merino tras un saque de esquina. El balón parado parecía a esas alturas de partido la única forma posible de que el Deportivo llevara peligro sobre la portería de Luca Zidane. Había poca fluidez entre los jugadores de Fernando Vázquez, que se marcharían al descanso sin sumar ninguna oportunidad más.

Sí las tuvieron a la vuelta de los vestuarios. Se vio a un conjunto blanquiazul con una marcha más y Koné estuvo a punto de poner el segundo después de un gran centro de Gaku, recuperado para la causa después de tres meses en el ostracismo, desde la banda derecha. Fue entonces cuando apareció el genio, en los dos sentidos, de Emre Çolak para encarrilar el partido para el Deportivo.

Todo se condensó en el espacio de cuatro minutos, los que mediaron entre una tarjeta amarilla para el turco por un amago de trifulca con Yoda, su espectacular gol y la consiguiente expulsión por irse a celebrarlo con los aficionados en la grada. Esa reacción emborronó el estreno de Çolak, que sin embargo dejó impronta por su personalidad, algo que también necesitaba un equipo huérfano de referencias en la plantilla.

Más de media hora con uno menos tuvo que aguantar el conjunto de Vázquez para guardar el marcador. Lo hizo sostenido por las paradas de Dani Giménez y la inteligencia de Gaku.