El tiempo dirá cuál es el techo de este nuevo Deportivo. De momento, camina imparable hacia el objetivo de la salvación, ahora a siete victorias. La sexta seguida se empezó a gestar de forma parecida a las anteriores, con un gol de Sabin Merino, pero acabó con un héroe inesperado, Eneko Bóveda, que se unió a la fiesta para anotar el 2-1 definitivo. La fe con la que el lateral subió a rematar representa la de todo un grupo de futbolistas que cree firmemente en sus posibilidades. Todos están subiendo el nivel a hombros de Fernando Vázquez. Y de qué manera. Los que estaban parecen otros, mucho mejores, y los nuevos están ayudando a que los demás crezcan. Faltan piezas por encajar, variedad y calidad suficiente como para que el nivel colectivo siga subiendo. Un nuevo Dépor por descubrir que el técnico de Castrofeito sigue construyendo con el mejor cimiento posible, el de las victorias.

Tan fuerte es la inercia positiva del Dépor, que se lleva todo por delante. A veces ni siquiera le hace falta el balón, como ayer frente a la UD Las Palmas. Empezó el partido muy incómodo, con muchos problemas tanto en ataque como en defensa. Rubén estuvo cerca de marcar en ese tramo inicial de mucha oscuridad para el equipo de Fernando Vázquez, que pronto reaccionó para estirar a Mollejo y situar a Montero en el lateral izquierdo. Del 5-4-1 inicial el Dépor pasaba a un 4-2-3-1 para tratar de combinar con más fluidez. Era lo que necesitaba después de un inicio flojo en el que apenas merodeó el área contraria, solo con una medio chilena defectuosa de Sabin Merino.

El Dépor compensaba su falta de fútbol a base de intensidad, espoleado por el público y por el hambre de jugadores como Mollejo, de nuevo el más incisivo. De su fe por pelear cada balón como si fuera el último nació el 1-0. Forzó una falta cerca del área y Aketxe la colgó perfecta al primer palo, desde donde Sabin Merino peinó el balón a gol.

Cuatro tantos en cuatro partidos lleva el delantero,suficientes para empatar con Aketxe como pichichi blanquiazul. Con el 1-0 Vázquez regresó al punto de partida para recuperar la línea de cinco atrás y el Deportivo empezó a encontrarse cada vez más cómodo. Con todos sus hombres por detrás de la pelota, dejó que Las Palmas llevara la iniciativa, pero sin concederle apenas nada. Lo intentaron los isleños sobre todo por la banda derecha del ataque para incomodar a Mollejo, que demostró que también sabe morder no solo en campo contrario, también cerca de su área.

El balón era del equipo de Mel, pero el control del partido era completamente del Dépor. El técnico madrileño, que de inicio cambió su sistema habitual para igualar el dibujo de Vázquez con cinco atrás,sacrificó a uno de sus centrales, Curbelo, y buscó una propuesta más ofensiva con Narváez. Pero nada cambió. La UD siguió perdida en ataque y ni siquiera Pedri, que se comió al Dépor él solo en la primer vuelta,fue capaz de iluminar al conjunto canario. Solo Lemos, con un zapatazo que rechazó Dani Giménez de forma providencial, estuvo cerca

del empate antes del intermedio.

La segunda mitad comenzó como acabó la primera, con otro disparo de Lemos desde fuera del área, esta vez a las nubes.Golpear desde lejos era casi el único recurso que le quedaba a los insulares ante un Dépor tan bien planta doy, sobre todo, muy junto. Todos por detrás del balón para no dejar prácticamente ni un solo resquicio por el que penetrar. Ese era el objetivo,sentirse fuertes sin la pelota y dejar pasar los minutos. Desde demasiado pronto renunció el Dépor al balón, al igual que en Albacete, y lo fio todo a sumuro defensivo. Çolak y Aketxe, con sendos disparos desde fuera del área, se asomaron a la portería contraria pero la réplica, otro chut lejano de Fe de Varela,fue más peligrosa. Con más de media hora por delante, el riesgo era grande frente a un rival con talento pese a las numerosas bajas. A base de insistir e insistir Las Palmas encontró su premio en el 67 por accidente, con el autogol de Somma.

Vuelta a empezar para el Dépor, que poco antes del empate había perdonado el 2-0 con sendas ocasiones clarísimas, primero de Sabin y luego de Gaku. El vasco tuvo que pedir el cambio y Beauvnue entró en busca del gol que no encontró él sino un defensa, Bóveda. Se lo regaló Mollejo culminando una de sus cabalgadas con un centro medido al segundo palo, un caramelo que el lateral, sin oposición, cabeceó para el 2-1 (m.74). De pronto a la UD le volvían a entrar las prisas, demasiadas, y recurrió a pelotazos,una vía inútil para superar la poblada defensa coruñesa. Muchos balones al área, pero pocos remates.