Con el asalto al primer equipo de Mujaid aún latente, Juan Rodríguez (Vigo, 2002), internacional sub 18 y ya en la dinámica del Fabril, asoma la cabeza para mantener la fama de la factoría de centrales en la que se ha convertido Abegondo. Su historia es también la de un deportivista de cuna en territorio enemigo al que nunca dejó de tirarle el blanquiazul.

¿Cómo fue su última experiencia con la selección?

Muy bonita y acabamos siendo campeones (Copa del Atlántico). Conozco a mis compañeros desde hace tiempo, hemos hecho grupo y me han acogido muy bien, así es más fácil sentirse a gusto.

Trayectoria internacional, debut con el Fabril siendo juvenil. ¿No viene todo muy rápido?

Sí, la verdad es que un poco. Hay que tomarlo con calma, centrarse. No me puedo creer nada.

¿Cómo acaba un chico que estudiaba en Vigo y jugaba en el Coruxo fichando por el Dépor?

Vivía en Ponteareas, pero sí que es cierto que hacía vida en Vigo. Mi padre es de A Coruña, de Os Mallos, y se fue a Vigo con 19 o 20 años porque destinaron a mi abuelo. Yo desde pequeño siempre he sido deportivista. Iba al bar a ver los partidos, lo seguía. Vine con quince años al Dépor. Tenía más ofertas, del Villarreal, del Valencia, del Celta y cuando me llamaron de aquí, no dudé nunca. Mi familia me entendió, me conoce. Es fue siempre mi sueño desde pequeño y ahora que estoy aquí ya es debutar con el primer equipo. Es un gran club. Me están ayudando muchísimo, es lo que quiero.

El día que se estrenó entrenando con el primer equipo posteó una foto suya en Instagram siendo casi un bebé con la camiseta del Dépor. ¿Por qué?

Es que era mi gran ilusión. Esa camiseta me la compró mi padre con dos o tres años y si te soy sincero, la llevaba por Vigo y alguna gente me miraba raro. Era normal que lo hiciesen, era extraño. Yo no me acuerdo, evidentemente, pero era lo que me contaba mi padre.

No sería fácil ser deportivista en Vigo, ¿no?

Un poco. Cuando el Dépor empezó a subir y a bajar a veces se metían conmigo. Yo sabía lo que era el Dépor y estaba seguro de que iba a salir de aquella situación, como ha hecho ahora con Fernando Vázquez y la afición.

Vino a A Coruña siendo un adolescente. ¿Le costó?

Pues la verdad es que me adapté muy bien. Al principio echas un poco de menos a tus padres, pero al poder verlos cada fin de semana era más sencillo. Y, quieras o no, al estar en la residencia, con mayores y más pequeños, aprendes de todos. Maduras más rápido que si estuvieses en tu casa siempre.

Lleva ya unos partidos con el Fabril. ¿Cómo se siente?

Muy bien. Me están ayudando, me acogieron muy bien. Jugar con mayores te genera ilusión, pero cuando las cosas van mal, tenemos que estar juntos. En Ourense no merecimos perder, pero pagamos un error. Y ante el Arenteiro, que jugamos por primera vez con defensa de tres, perdimos el control del partido en la segunda parte, podía caer para un lado u otro.

¿Le anima a usted y a todos los jóvenes de la cantera lo que está ocurriendo con Mujaid?

Mucho. Ver cómo está él y también que hayan debutado este año tres o cuatro jugadores del Fabril. Hablo con Mujaid, aunque ahora algo menos, porque antes coincidíamos mucho en la residencia, y él está muy a gusto en el primer equipo, está llevándolo con cabeza, con madurez. Me da consejos, me dice que juegue como sé, que lo haga fácil. Yo me fijo y es lo que hace. Lo primero que tiene que hacer un defensa es jugar fácil y no complicarse.

Luisito ha sido importante para Mujaid. ¿Qué le ha dicho a usted?

Es como un padre para nosotros, nos ayuda siempre. Confía mucho. Le da igual poner en el once a uno de 15 años o a uno de 34. Pasaron muchos jugadores por sus manos. Nos entiende bien.

¿Cree que le ayudará que se cotizan los centrales zurdos?

Lo soy y es cierto que hay pocos y, ya que tienes la oportunidad de estar en un club grande como el Dépor, no la puedes desaprovechar nunca.

¿Siempre fue defensa?

De pequeño era extremo o delantero y en benjamín de segundo año Alberto García y Marcos Alonso (jugadores del Coruxo) me empezaron a poner de central cuando íbamos ganando. Yo me enfadaba, era un niño y quería hacer goles. Y, ya en alevines, me comenzaron a colocar siempre atrás, también como lateral.

¿En quién se fijaba?

En Cristiano, pero también mucho en Valerón o Manuel Pablo, que fue uno de los mejores laterales hasta la lesión, aunque ya lo pillé mayor. Eran únicos.

Ahora tiene a Manuel Pablo entre los técnicos del Fabril. ¿Cómo es con ustedes?

Muy cercano, sabe más que nadie. Está encima de los laterales, también con nosotros, los centrales. Tener a un profesional como él a tu lado impresiona.