Dio igual que coincidiera en viernes, de antemano la fecha menos apetecible para un partido tan atractivo como el que enfrentó ayer a un Deportivo en plena escalada en la clasificación y al Girona, quizá al comienzo de la temporada el máximo favorito al ascenso. Riazor respondió como lo ha venido haciendo desde que aquel gol de Peru Nolaskoain en el descuento contra el Tenerife encendió la llama de la esperanza en la afición. De aquellos poco más de 8.000 espectadores que acudieron al estadio para el partido contra el equipo canario se ha pasado a los 24.666 que lo hicieron ayer.

Fue una cifra parecida a los que estuvieron contra el Cádiz y la Unión Deportiva Las Palmas y la prueba de que la afición se ha enganchado definitivamente con el equipo después de toda una primera vuelta en la que el estadio se fue vaciando poco a poco en medio de aquella terrible dinámica de 19 partidos sin ganar. La racha cambió y con ello la respuesta de una afición animada por los buenos resultados y las iniciativas del club.

Primero fueron las ofertas de entradas a precios asequibles para garantizar que el estadio presentara el mejor aspecto posible en aquellos duelos trascendentales contra Racing y Cádiz y después actividades como la que preparó ayer en los minutos previos del partido frente al Girona.

Los aficionados estaban convocados media hora antes del inicio del encuentro para que al final del calentamiento de los jugadores el estadio presentara ya una buena entrada. Se trató de un espectáculo de "luz y música", como había prometido el club, adornado por la presencia de numerosos jugadores de las categorías inferiores que portaban banderas blanquiazules con el escudo del club. Fue el anticipo de la entrega a Sabin Merino por parte de LaLiga del premio que lo reconoce como el mejor jugador del mes de enero y también el aperitivo del ambiente eléctrico que se pudo disfrutar ayer en Riazor.

Lo sufrió especialmente el Girona y en parte su entrenador, el exdeportivista José Luis Martí, que cuando anunciaron su nombre por megafonía tuvo que escuchar silbidos por encima de los tímidos aplausos que le dedicaron los seguidores blanquiazules presentes en la grada. El trauma de Mallorca está demasiado cercano todavía y las ovaciones ahora están reservadas para Fernando Vázquez. Pero los pitos no solo fueron para Martí, los mayores se los llevó el andaluz Figueroa Vázquez, que fue decisivo.