Llegó a A Coruña siendo un adolescente, asaltó el primer equipo mientras estrenaba la mayoría de edad, y el balompié le llevó a Inglaterra, a fraguarse una carrera en España y ahora a Uruguay. Francisco Jiménez Tejada Xisco (Santa Ponça, 1986) ha tenido una y mil vidas deportivas que, entre otras cosas, más de una vez le trajeron de vuelta a Riazor. Hace unos meses ascendió con Osasuna a Primera División y cuando asomaba el otoño, un histórico como Peñarol, dirigido ahora por Forlán, llamó a su puerta y él se lanzó a la aventura.

Balear, canterano, jugador de Premier y ahora en Peñarol. ¿Imaginaba algo así cuando llegó hace 20 años a A Coruña?

No, claro que no. Cuando ficho por el Deportivo no pensaba ni en llegar al primer equipo, mucho menos iba a sospechar todo lo que vino después en mi carrera. A Coruña forma parte de mi corazón, viví años maravillosos, mi hija nació allí...

Y ahora se marcha a Uruguay. ¿Por qué?

El fútbol está lleno de experiencias y yo no tengo ningún miedo a vivirlas. Se aprende de otro países, de otras culturas, de otras formas de ver la vida; a mí atrae mucho, me llena. Seguiré con esta actitud hasta que cuelgue las botas.

Peñarol tampoco es una entidad cualquiera, ¿no?

Claro que no. Fue nombrado mejor club de Sudamérica en el siglo XX. Estuve seis meses y ahora renové un año (hasta diciembre de 2020). Mi idea es salir campeón. Será un recuerdo bonito que me llevaré para toda la vida. Con mi edad no pienso a largo plazo, pero por mi cabeza pasa seguir disfrutando y jugando hasta que el cuerpo aguante. Sé que no me quedan diez años de fútbol, pero es una profesión bonita y pienso aprovecharla, luego la echaré de menos.

¿Le influyó la situación tan extraña que vivió en verano con Osasuna

Puede ser. Acabé contrato y quise esperar. Se alargó y no podía hacerlo más. Al principio, no quería salir de España ni de Europa, pero me salían ofertas que no me convencían y también había esperado tanto que no encajaba por límite salarial en algún equipo. Apareció Peñarol y ya varió toda mi perspectiva.

¿Cambió mucho su vida?

Vienes de tan lejos, de un país tan diferente..., pero en realidad mi rutina, mi ritmo de vida no han cambiado en absoluto. No están aquí mis hijos, pero vienen cada dos por tres, es que si no fuese así, ya ni habría venido.

¿Es cierta esa leyenda de que en Sudamérica se viene el fútbol con mayor pasión?

El fanatismo llega a unos extremos increíbles. Vayas donde vayas en todo el país te reconocen, te dan su aliento. Ya jugué algún clásico contra Nacional y no se habla de otra cosa en todo el país. Hay mucha pasión.

¿Está listo para experimentar lo que es la Libertadores?

Sí, desde luego. Poder disputarla fue una de las razones que me empujó a venir a Peñarol. Me han dicho que el ambiente es especial y son pequeñas experiencias que vas sumando para ti. Empezamos en marzo ante el Atlético Paranaense.

¿Le ha dado tiempo a prestarle atención al Deportivo?

Claro. Primero me tocó sufrir mucho y ahora, disfrutar. Fue una época dura para todos porque el equipo no ganaba, había problemas extradeportivos, la situación era crítica y no se daba ningún golpe de timón. El vuelco que ha dado el equipo con Fernando Vázquez es increíble. Me afectaba lo que estaba pasando, lo hablaba con la gente. Parecían muertos y ahora alivia mucho ver así al equipo de nuevo.

Usted que ha estado en ese césped, sabe lo que supone volver a tener Riazor así, ¿no?

Claro. Marca mucho, su fuerza se nota. Cuando está lleno...

¿Hasta dónde puede llegar ahora este equipo?

Siempre pensé que acabaría saliendo de esa mala dinámica, pero se estaba demorando en exceso. Está creciendo y a ver a dónde puede llegar. Yo tengo confianza, no renuncio a nada.