Salva Ruiz es un ejemplo ideal de superación dentro de la plantilla del Deportivo. Ve este paréntesis liguero "con otros ojos" después de haber tenido que dejar el fútbol durante año y medio, desde el verano de 2016 hasta noviembre de 2017, para superar una aplasia medular. "Ahora llevamos un mes de parón y yo estuve prácticamente un año sin entrenar con el equipo, y un año y medio sin competir. En ese sentido, este parón se lleva de otra manera o se mira con otros ojos. Además, en ese momento yo estaba bastante débil y con poca salud", relata.

Su vida cambió por completo de un día para otro. Acababa de estrenarse en Primera con el Granada, cedido por el Valencia. Recién terminada esa campaña iba a volar con su novia desde Madrid a Nueva York para disfrutar de unos días de vacaciones, pero la noche anterior empezó a sangrar por una muela que ya le había dado problemas. "No había manera de pararlo y fui directo al hospital", recuerda. Luego llegó el diagnóstico: aplasia medular. "La médula deja de producir glóbulos rojos, plaquetas y defensas, como si dejara de funcionar por completo. Lo bueno que tiene, entre comillas, es que no tiene células malignas", explica el lateral.

Para recuperarse tuvo que pasar por una especie de confinamiento. Del piso de sus padres en Valenciase trasladó a un chalet, que alquiló tres meses "para tener más espacio". Salía poco, y siempre "con mascarilla, al tener las defensas bajas por la enfermedad". "Tomaba unas pastillas y no me podía dar mucho el sol, porque podían tener efectos secundarios, y luego no me podía bañar porque llevaba un catéter en el pecho. Cuando salía de casa, en los sitios cerrados en los que hubiera gente tenía que ir con mascarilla. Salía cuando no hacía mucho calor a dar unos pequeños paseos, algunos días al cine con mascarilla, pero no podía salir mucho", recuerda Salva.

A base de sacrificio y lucha logró superar la enfermedad y retomar el fútbollogró superar la enfermedad . Una experiencia dura que encaró con madurez pese a que le pilló muy joven, con solo 21 años, y de la que salió fortalecido gracias a su esfuerzo y también al apoyo de su familia y amigos. "Intenté extraer todas las cosas positivas que pude de algo bastante negativo. Me hizo reconocer la gente que estaba alrededor y que me quería". Ahora, con 24 años, observa desde un prisma diferente las consecuencias del actual estado de alarma y, después de todo lo que tuvo que pasar, relativiza la dureza del confinamiento. "Es difícil quedarse en casa y rechazar muchas de las cosas que tenemos fuera, pero también es cierto que hay muchas más cosas peores que quedarse en casa, como pueden ser enfermedades, pobreza o desastres".

Su conclusión es que "siempre hay que pensar en positivo e intentar no estar de mala gana o enfadado todo el día". "Aunque a veces sea muy difícil o prácticamente imposible, hay que intentar estar alegre y sonreír. A pesar de que sean momentos duros, siempre hay que ver la parte positiva y pensar que muchas veces somos muy afortunados por lo que tenemos, pero no somos conscientes de ello", añade el valenciano.