El aficionado deportivista siempre asoció el nombre de Beci con el de gol. Y es que Eduardo López Beci (Lugo, 1943) era el delantero y el goleador de referencia blanquiazul en la época de los 60 y a principios de los 70. Su imagen engalanó numerosos locales de la ciudad en ese salto prodigioso anticipándose a Samper, portero del Rayo Vallecano, un 6 de junio de 1971, es la imagen del gol del ascenso, de aquel último ascenso blanquiazul hasta que llegaron los dos tantos de Stojadinovic al Murcia en 1991. Beci es recordado como un nueve clásico pero también jugaba "por detrás del delantero" como él mismo reconoce. Era el principal artillero blanquiazul, pero nunca llegó a conseguir el Trofeo Pichichi, ese que premia al máximo anotador, aunque cerca estuvo de conseguirlo en la temporada 1968-69, pero tuvo que conformarse con recibir el trofeo al máximo goleador a domicilio. Es el único futbolista que lo tiene, esa fue la única temporada que se entregó.

Marcó 11 tantos en aquel curso, insuficientes pues fue superado por Amancio y por Garate, que anotaron 14 ; el deportivista se había perdido tres partidos por sanción, algo que siempre le pesó. Había sido expulsado en Granada en la primera jornada y el castigo le impidió jugar los tres siguientes encuentros. "Nunca se sabe lo que podría pasar pero sí es cierto que en tres partidos es posible que algún gol más hubiese marcado ", rememora ahora el exdelantero. "Era muy difícil para un delantero de un equipo pequeño, como era el Deportivo, quedar máximo goleador, ya que lo normal es que el trofeo lo ganasen los de los equipos grandes, por eso jugaban en los grandes, porque eran los mejores", analiza. Le quedó el consuelo de que aquel año se intentaba instituir un segundo premio para los goleadores, aquel que recibían los más acertados a domicilio y Beci fue el más atinó en los partidos que su equipo disputó como visitante. En una competición de 30 jornadas, con 16 equipos, el coruñes firmó 11 tantos, seis en Riazor y cinco en campos ajenos, cifra que no logró ningún otro delantero lejos de su propio campo.

Hoy ese trofeo reposa en una sala de la sede del Orzán SD. "Soy el presidente de honor y creo que ese es un buen sitio para exponerlo", dice Beci. La situación actual hace imposible que el goleador se fotografíe con el galardón, ya que está confinado en su casa "como todos", pero sigue mostrándose orgulloso. "Lo cuento muchas veces, primero porque es un trofeo que gané; y segundo, porque soy el único que lo tiene en todo el fútbol español, aunque cierto es que solo se entregó ese año; los motivos por los que no siguieron adelante los desconozco", añade.

Beci nació en Lugo, pero con apenas un año ya estaba en A Coruña y aquí se formó como persona y como futbolista. Le correspondió vivir una época en la que el primer equipo de la ciudad estaba integrado casi en su totalidad por gallegos. "Éramos muchos coruñeses y si juntábamos al resto de gallegos éramos más del 90% de la plantilla". Todos salidos de los equipos de la ciudad. "En aquella época el fútbol modesto era fútbol modesto", asegura el exdelantero, que llegó al club blanquiazul procedente del Orzán. "El año que me fichó el Deportivo, del Orzán éramos cuatro: Matopé, Cholo, Salorio y yo. Y tres llegamos al primer equipo", recuerda. Además, otros muchos compañeros procedían de otros equipos de la ciudad, Oza Juvenil, Liceo de Monelos, entre otros.

Aquella temporada 68-69 fue la segunda consecutiva en la que Beci firmó 11 goles con la camiseta del Deportivo; el año anterior había hecho lo mismo, pero con el equipo en Segunda. Era la época en la que el cuadro coruñes era conocido como el ascensor pues subía un año bajaba al siguiente. "En Segunda subíamos con cierta holgura, pero en Primera siempre acabábamos sufriendo. Era nuestro sino". De hecho en esa campaña 1968-69 el Deportivo ocupó la décima posición al final de la competición, pero en los últimos tres partidos cayó derrotado y sin marcar ni un solo tanto. "No recuerdo, a lo mejor era el relax por conseguir el objetivo de la permanencia con antelación, algo que era muy raro", argumenta el exgoleador.

Su acierto ante la portería adversaria no pasó inadvertido para numerosos equipos, entre ellos dos de los grandes. Al finalizar su cesión en Osasuna, donde marcó 13 goles en el curso 1966-67, tuvo contactos con el Barcelona. "Ese año se llevaron a Zabalza y hablaron conmigo, pero yo era un futbolista cedido por el Deportivo y Osasuna nada podía decidir; tampoco yo porque en aquella época los futbolistas de la cantera estábamos amarrados hasta los 25 años -el derecho de retención- y el Deportivo no me dejó marcharme", pero el equipo azulgrana no fue el único interesado en Beci. "También hablaron conmigo del Atlético de Madrid, estaba casi todo acordado, pero me rompí el menisco y se vino todo abajo", lamenta el exdeportivista. "Desde ese momento mis posibilidades de crecer deportivamente acabaron desapareciendo definitivamente", todavía se queja.