Roy Makaay (Wijchen, 1975) vive desde Roterdam unos días de nostalgia ahora que se acerca el vigésimo aniversario del título de Liga del Deportivo. Él era el brazo ejecutor de un equipo "muy completo" que congenió desde el primer momento para lograr el trofeo "más preciado" de la carrera del holandés.

¿Cómo vivió los días previos a ese 19 de mayo?

Yo estaba tranquilo, pero sí tenía la sensación de que la gente estaba más nerviosa que nosotros pensando en lo que pasó en el 94, en Djukic. La diferencia es que esta vez con un punto nos valía para ser campeones. Dentro del equipo había mucha confianza en que lo íbamos a lograr ante el Espanyol. Es cierto que siempre tienes un poco de nervios y de tensión como futbolista y eso es bueno, pero después del gol de Donato llegó la relajación y con el mío todo el mundo se dio cuenta de que estaba hecho.

¿Qué recuerda de la fiesta?

Todo. Después del partido fuimos en el autobús a Cuatro Caminos y yo nunca había visto a tanta gente en A Coruña. Y al día siguiente en María Pita, que estaba llena hasta en las esquinas. Fueron días muy, muy bonitos

¿Tiene más valor este título o alguno con el Bayern?

No, este es el más bonito, el más preciado. Hace poco fui a un programa de la televisión holandesa y mostraron las imágenes y fue muy emotivo volver a ver todo aquello. En el Bayern llegas allí y hay que ser campeón cada año y en el Dépor el objetivo era ir a la Champions, pero en el momento en el que puedes ser campeón... Es la única vez en la historia que lo logró, todo eso lo hace más especial y más en la situación en la que está ahora el club.

Llegó del Tenerife y en el primer partido ya metió tres goles. ¿Por qué funcionó todo tan bien?

Hubo un clic desde el primer día entre los que ya estaban y los nuevos, a veces pasa. Jugamos casi todo el año con el mismo equipo, pero si había algún lesionado, entraba otro y el nivel era el mismo. Después de Navidad tuvimos problemas fuera de casa, pero fue un año espectacular. Vinieron Víctor, César, Jokanovic... Desde el primer día fue perfecto. Teníamos mucha calidad. Estaba Pauleta, también Turu, Scaloni o Manuel Pablo. Con Naybet, Donato, Schurrer o César en defensa. Era un equipo muy completo.

Cinco goles suyos al Atlético, doblete al Barça, hat-trick al Alavés, el 5-2 al Madrid... ¿Con qué partido se queda?

Hubo tantos bonitos... El del Madrid con la lambretta de Djalminha que unos segundos más tarde acabó en gol mío con centro de Víctor. Fue muy difícil aquella goleada, pero el mejor sigue siendo el del 19 de mayo. Ese día había más gente en A Coruña que habitantes tiene la ciudad, nunca lo olvidaré.

¿Fue esa su mejor temporada o la de la bota de oro, 2002-2003?

No, la de la bota de oro, porque hice más de 40 goles entre el Dépor y la selección. Aun así, todo el que me conoce y sabe como soy, sabe que para mí los títulos del equipo son más importantes que los individuales. Obviamente la bota de oro es especial, porque soy de los pocos holandeses que la ha ganado y ese año también nos clasificamos para la Champions.

¿Siempre se sintió bien acompañado desde la mediapunta?

Mi suerte fue que en los cuatro años que jugué en el Dépor siempre tuve tres jugadores por detrás de mucha calidad. Djalminha, un Valerón de otro mundo, Víctor, Fran... Aquellas asistencias para un delantero eran como un regalo. Tener esos jugadores a tu espalda...

¿Cómo ve la figura de Irureta con el paso del tiempo?

Tuvo mucho éxito en el Dépor. Encajaba perfectamente en el club porque luego se marchó al Betis y al Zaragoza y ya no le fue igual. Con los jugadores, con él y con Paco Melo y con Franganillo fue un paquete muy completo.

¿Y a Lendoiro?

Estamos hablando de lo bonito y vamos a dejar ese tema.

Siempre se sintió querido por la afición, ¿no? ¿Recuerda su visita con el Feyenoord?

El partido fue horroroso para nosotros, pero el cariño de la afición me puso la piel de gallina y es algo raro cuando pierdes 3-0. Nuestro hijo nació en A Coruña y era la primera vez que volvía. Cuando Víctor era entrenador me invitó varias veces para que fuese a ver un partido en directo y cuando por fin ya podía ir, lo habían echado. Me gustaría volver algún día para visitar la ciudad.

¿Cómo vive la situación del Dépor desde la distancia?

Es muy triste lo que le pasa porque es un equipo que está en tu corazón y que le tienes mucho cariño y lo normal es que quieras ver al Dépor en Primera. En los últimos años han pasado demasiados entrenadores y hay que dar confianza en los momentos difíciles. Cuando estaba Víctor lo mantuvo en Primera y después los objetivos que se pusieron fueron quizás más grandes de lo normal. Primero hay que mantenerse dos o tres años y luego ir a por más. Ahora puede bajar a Segunda B, que sería una catástrofe para un equipo como el Dépor

¿Por qué salió del Feyenoord?

Estuve hasta octubre, perdimos ante el Ajax y el entrenador decidió marcharse, no lo echaron. Y días más tarde, yo y los otros dos asistentes leemos en la prensa que también nos íbamos a la calle. No nos lo dijeron a la cara. Son cosas de fútbol, pero hacerlo de esa manera...

¿Busca nuevos retos?

Espero algo bonito, sí, pero e la situación en la que estamos a ver qué pasa. Me gustaría seguir como segundo entrenador y también puedo enseñar a los delanteros como hacía en el Feyenoord. Me encargaba de otras cosas, pero me gusta hacerles mejorar con mi experiencia. Estoy abierto a cualquier cosa en España, Holanda y Alemania.

¿Volver al Dépor?

Sí, claro. Pasé cuatro años perfectos en A Coruña, aunque la salida no fue muy bonita. La culpa en eso no la tuve yo. Y mi vida privada allí con mi mujer fue espectacular. Hasta tenemos un hijo coruñés.