Recuerdo que era viernes, que nos fuimos todos los equipos deportivos de la SER, el Carrusel y El Larguero, a La Coruña, para vivir en directo aquella segunda oportunidad para el Dépor después del fatídico y nunca olvidado penalti de Djukic. Recuerdo que estuvimos con Tomás Guasch en el María Pita aplicándole un conxuro a los jugadores del Español para que no nos estropeasen la fiesta. Estoy viendo todavía aquella multitud en los alrededores de Riazor, enardecida ante algo que podía ser histórico. Yo estaba tan emocionado como ellos. El partido fue una guerra de nervios hasta que DONATO la metió y la vida se puso de pie en las gradas. Luego, vino el gol de Makaay para sellar lo que el fútbol le debía a aquel Dépor inolvidable. Y, lo que son las cosas, yo, que debía estar eufórico por el triunfo de mi equipo del alma, entré en una depresión brutal, quizás porque cuando persigues con ansia un sueño, lo mejor es el camino hacia ese sueño, porque, cuando ya lo consigues, te quedas totalmente vacío. Recuerdo que luego teníamos El Larguero y tenía que escribir el final. Me fui yo solo a la playa de Riazor, me aparté de la multitud vociferante, y empecé a llorar como un niño, echando fuera toda aquella emoción que me rompía los esquemas. Recuerdo que en el PLAYA CLUB, junto a TERE, mi eterna novia coruñesa, y mi amigo CRISPI, con un cubata como compañía inevitable, escribí como buenamente pude el final del Larguero y, aprovechando que estaban en directo VITÍN Y RINGO animando el programa, terminé mi comentario de aquel día grande cantando con ellos y con la hermosa noche de mayo aquella habanera que cantamos los coruñeses -y también los padroneses- cuando estamos de juerga:

Yo tuve un gran amor en La Coruña.Bajo su cielo azul un día yo besélos labios de una linda coruñesa…Adiós, calle Real,Adiós, Cantón Mayor,Playa de Riazor, Santa Cristina…