Mitad coruñés, mitad milanés, Luis Suárez Miramontes (1935) ha vivido los últimos "tres meses" confinado, mientras su hogar, Lombardía, se desangraba por el Covid-19. El único Balón de Oro nacido en España ya sale con "moderación" a la calle e intenta ponerle una sonrisa a los nuevos tiempos, mientras tuerce el gesto al fútbol poscoronavirus y sigue atento la actualidad de sus equipos: el Dépor, el Barça y el Inter.

¿Cómo está?

Estoy bien. Siempre es un poco pesado estar encerrado, pero ahora que puedo salir un poco ya es diferente. Han sido casi tres meses y, además, no ves claridad en las opiniones, tienes siempre el temor. No sabes por dónde vienen los tiros.

¿Algún susto personal?

No. Vivo muy cerca de San Siro y en los cuatro o cinco portales que compartimos espacio no ha habido nada importante. El otro día me encontré a Bergomi [ex del Inter y campeón del Mundo en 1982 que padeció coronavirus] que hacía tiempo que no lo veía. Tuvo problemas, pero salió para adelante. No me afectó directamente, pero aquí [en Lombardía] hubo muchísimo.

Habrá sufrido por todo lo que sucedía a su alrededor, ¿no?

El periodo inicial en el que empezaron a llevar los féretros de un lugar para otro porque no había sitio ni nada, tampoco lo había para meter a la gente en los hospitales. Iban de aquí para allá y no sabían muy bien qué hacer... Todos esos momentos fueron bastante fuertes, pero poco a poco vamos saliendo.

¿Tiene miedo a salir a la calle?

No, bueno. Voy a alguna comprita, pero no me meto en líos, no entro donde hay mucha gente. Aún no empecé a ir al bar, porque hay que andar con precaución. Entra uno, entra el otro... No es lo mismo que antes, que íbamos cuatro o cinco y charlábamos un rato. He empezado con moderación. Nunca sabes. Y si hemos hecho treinta, ya hacemos cuarenta, porque a los viejitos como yo es a los que les pega más.

Hace poco llegó a los 85 años. ¿Habrá sido uno de los cumpleaños más raros de su vida?

No hice nada, estuve en casa tranquilo con mi mujer. Se puede celebrar en cualquier momento, eso es lo de menos. Pero es la primera vez que no lo hago. Todos los años iba con compañeros y amigos a un restaurante que está aquí cerquita y hacíamos un poco de barullo, pero esta vez nada. Me ha tocado ahorrar.

¿En Italia la gente respeta las medidas de distanciamiento?

Los chavales se hicieron un poco de lío porque tantos meses sin poder moverse de casa... A la primera alguno ha exagerado, pero dentro de la norma. La mayor parte de la gente se ha portado muy bien porque sabe que es delicado. Hay que estar ojo avizor. Pero, bueno, cuando uno es joven se despelota un poco cuando está en compañía.

¿Ha visto algún partido de la Bundesliga estas semanas?

Sí, un par. Más que ser raro para el que lo sigue, lo será para el que lo juega. Al verlos ahora me parece que juegan más blandos y casi no hay protestas ni al árbitro ni a los otros jugadores. El ritmo y la agresividad del juego me parecieron más bajos.

¿Descafeinado?

Algo así, con temor de que nadie quiere hacer la primera cosa que no va bien, que no funciona... Hay un ritmo bajo y miedo en ciertas situaciones que antes, a la mínima, iban a protestar, al árbitro... Y eso, por ahora, no lo veo. No sé si va a durar.

Las autoridades inciden en la distancia social y un partido es contacto. ¿Cómo se conjuga?

Es cierto, pero haciendo controles no debería haber problema. Parece que, de momento, no ha ocurrido nada a causa de los partidos.

En España e Inglaterra se juega; en Francia, no. ¿Usted es partidario de hacerlo?

Yo creo que sí. Tomando las precauciones debidas y controlando bien a toda la gente que tiene que participar... Ya han descansado bastante y han tenido tiempo para mirar lo que se puede hacer y lo que no.

Fue futbolista, también estuvo en los despachos. ¿Le tocará a los clubes apretarse el cinturón?

Ha habido equipos que han tenido un impacto importante. Por ejemplo, me acuerdo del Barcelona, que, además del ingreso que tiene por el fútbol, por la taquilla y por lo que genera, está ahí el museo, que era un gran activo. Todo eso en los equipos pequeños se va a notar mucho más.

¿Y en el mercado?

Habrá calma y muchos trueques, en vez de traspasos. Yo te doy un caballo de carreras y tú me das dos burritos. Igual se meten un poco más con los jóvenes para que crezcan en casa. Toda esta situación van a pagarla los equipos, van a pagarla.

Usted se fue del Barça al Inter y Lautaro puede hacer el camino a la inversa. ¿Qué le recomienda?

Es un chaval joven, muy interesante. Aquí sabe que va a jugar, que va a mejorar y, sobre todo, tiene la posibilidad de ayudar al Inter a hacer algo importante, que hace mucho que no lo logra. Él tendría así un gran mérito. Si se va al Barcelona y consigue títulos, ya lo estaban haciendo antes de que llegase él; no va a ser él el que cambie las cosas.

Hay más condicionantes, ¿no?

Sí. Después está el aspecto económico, que seguro es muy importante; también la aspiración del chaval joven de irse a jugar a un club de potencia mundial. Me parece que tiene el apoyo total e incondicional de Messi y jugar con él sería muy importante. Todo eso tiene que valorarlo. Yo esperaría un año, porque si pide, seguro que el Inter le mejorará el contrato, aunque no gane ya lo mismo. Esperaría e iría preparando ya las cosas. Me diría: 'Voy a intentar hacer aquí algo importante antes de irme'.

¿Ve al Barça para ganar todo?

Estaba bien antes del parón y habrá recuperado a Suárez. Puede apuntar a todo, como siempre.

¿El impacto de Setién?

Los entrenadores y, sobre todo, cuando llegan a mitad de temporada, ¿qué puedes pedir? El técnico de equipo de élite no debe hacer daño, es lo importante. Que no cree problemas innecesarios, que haga sus cositas, que dé consejos, pero que deje todo en manos de los jugadores.

¿Por qué?

Estos equipos como el Barça, el Madrid y el Atlético con futbolistas de este nivel, ¿para qué les estás encima? Ya saben ellos. Es en el campo donde se cuece todo, en el banquillo muy poco, por no decir nada. El que decide cómo hay que cambiar una cosa rápidamente para obtener un provecho o para que no te creen un problema es el jugador. El entrenador no llega, le puede dar un poco la lata al que tiene en su banda, pero poco más. Al que está del otro lado, con 100.000 personas, ¿qué le puede decir?

¿Y en el descanso?

Sí, les cuentas cuatro cosas, pero lo que ha sucedido antes ya pasó y cuando sales, no sabes si los problemas van a ser los mismos o si nacerán otros nuevos. Te lo tiene que solucionar el que está dentro y el que lo hace es el que gana más dinero. Los cracks, los Messi, los...

¿Se acuerda de A Coruña?

Claro, siempre, aunque en este tiempo algo menos porque ahí el coronavirus atacó menos. Hablo con mi sobrino. Llevo tiempo sin ir porque con la edad es más fastidiado moverse. Tengo ganas, pero no encuentro el momento y ahora es más difícil. Veo a veces algún vídeo... Echo de menos muchas cosas, pero ahora si voy por allí a dar una vuelta, quedan pocos de mi época. Hace años cuando iba, encontraba a mucha gente, ahora menos.

¿Sufre por el Dépor?

Lo sigo, lo sigo, está en un momento de transición complicado. El fútbol se ha puesto muy caro y a los clubes pequeños es difícil tirarlos para arriba. Lo único que puedes tener, y no tienen, es la suerte de sacar a cuatro o cinco chavales de abajo y a lo mejor lo levantan, aunque después se vayan. Es que si no, tienes que andar siempre yendo a buscar fuera y no tienes dinero.

Incluso con cartera se falla...

Claro, porque no hay la abundancia de jugadores buenos de hace años. Por entonces, un equipo como el Dépor iba a Brasil y traía a Bebeto y Mauro y hoy en día solo le queda soñarlos, porque en un equipo como el Dépor los tienes que ver por televisión y admirar lo bien que juegan.

En su época salían jugadores de la cantera a puñados...

Sí y ahora llevamos unos años... Los últimos fueron Fran y José Ramón y Lucas. Estos clubes antes vivían de esto. Sacaban jugadores y luego los vendían a los grandes. Uno, dos; uno, dos. Aquí ha venido un virus, pero al revés: no sale nadie. No sé si es la alimentación.