Salvo improbable sorpresa el Dépor tendrá que competir desde el domingo 14 en un escenario inédito para todos, empezando por los futbolistas, acostumbrados a jugar ante miles de personas en las gradas. Sin público los partidos serán a la fuerza diferentes, en Riazor y a domicilio, como ya le pasó al equipo coruñés el 1 de febrero de 2006, cuando tuvo que completar su eliminatoria de Copa frente al Valencia con Mestalla vacío tras la suspensión por el monedazo al árbitro asistente Egido Rozas. Solo fue poco más de medio encuentro a puerta cerrada, desde el minuto 44, pero resultó una experiencia "extraña" para sus protagonistas, entre ellos el campeón del Mundo y de Europa Joan Capdevila. "Lo más difícil es el arranque porque te cuesta meterte en el partido, encontrarte en situación y saber lo que te estás jugando. Mirar la grada y ver todo vacío se hace muy extraño. Es raro y diferente", explica el actual responsable de las relaciones institucionales y deportivas del Espanyol. "A pesar de pasar la eliminatoria, sufrimos bastante. Siempre cuesta, aunque no haya público", añade Capdevila.

También resalta la importancia de la activación Juanma Delgado, otro de los blanquiazules que jugaron completo aquel atípico encuentro sin espectadores en las gradas. "Hicimos un trabajo mental previo en el vestuario para salir muy enchufados y que esa situación no nos invadiese, sobre todos los primeros minutos. Había que concentrarse rápidamente. Mentalmente tienes que salir muy activado y preparado para decirle a tu mente y a tu cuerpo que hay mucho en juego", recuerda el exfutbolista andaluz afincado en A Coruña, donde acaba de inaugurar el JD23 Fit Club, un centro de entrenamiento presencial en A Grela que también ofrece sesiones online.

Tanto a Capdevila como a Juanma les resultó "muy curioso" competir bajo un silencio casi total, solo roto por las voces de los propios futbolistas y de los técnicos, y por el sonido del balón, imposible de escuchar de forma tan nítida cuando hay público. "Ese pum al golpear se escuchaba perfectamente. Lo tengo muy grabado. Podíamos hablar sin problema entre los compañeros mientras jugábamos, cosa que en un partido normal, con la gente en las gradas, es casi imposible", apunta Juanma.

Da fe Capdevila, quien catorce años y medio después aún tiene fresco cómo aquel día en Mestalla "se escuchaba todo lo que se comenta en un campo entre los jugadores". "Al árbitro le va bien, porque escucha todo. Es más cómodo arbitrar sin público", razona el catalán. Un penalti transformado en silencio por Víctor sirvió para apear al Valencia y avanzar a las semifinales de Copa. Ahora, en otra competición y en otra categoría, el equipo coruñés volverá a jugar sin público por un objetivo mucho más importante: nada más y nada menos que su supervivencia en el fútbol profesional.