Pasa el tiempo, no avanza. Tres meses después, el Dépor se ha encontrado de nuevo en el mismo incómodo punto. Su regreso a la Liga lo ha cerrado esta tarde versionando del modo más negativo posible aquel "como decíamos ayer". Solo un milagro libró al equipo coruñés, ofuscado y fallón en defensa, de volver con una derrota a la competición en un Riazor tan majestuoso como triste. Ni tiró a puerta y, entre Salva Ruiz y sobre todo Ba, le otorgaron un buen puñado de obsequios a un Sporting que vino inocentón a A Coruña. Tuvo hasta cuatro ocasiones para adelantarse, una de ellas fue al palo y otra la salvaó Peru bajo palos. Vázquez, con el gesto torcido y tocando hasta las teclas que no tenía desde el banquillo, fue la imagen de un Dépor que se le escurre entre los dedos y que tiene ante sí un mes que empieza a encarar de una manera más que preocupante. Vienen curvas y esta montaña rusa no va a parar.

Era inevitable, pero los equipos se empeñaron a su manera de que la frialdad de Riazor de sus gradas no lo dominase todo en los primeros minutos. Querían correr, estar activos y tener la pelota. Aunque lo que ha llegado después de tres meses no deje de ser un sucedáneo, echaban de menos de fútbol. Fernando Vázquez reservaba a Mujaid, pero no renunciaba a la defensa de cinco. Sus apuestas fueron Ba y Beauvue, uno en cada punta del campo. Djukic presentaba un equipo más simétrico y que, en líneas generales, demostró tener más claro su plan en el primer acto. Uno buscaba el esférico y tener ritmo y el otro, combinar y correr. Los primeros minutos, e plena soledad, fueron trepidantes.

Los escarceos iniciales dieron paso a un mayor peso en el fútbol del Dépor. Gaku siempre está y hoy se le sumaba Çolak. Se le veía con ganas al turco, porque volvía competir, porque no estaba Aketxe, porque jugaba finalmente en su posición. Monopolizaba la pelota, combinaba con Salva Ruiz, asistía en ataque y hasta probaba a Mariño. La recién estrenada dupla de ataque también estuvo muy activa, aunque sin catar los tres palos. El equipo coruñés olía el gol, pero había poco de tangible en todo lo que podía crear.

Sabin Merino casi marca mientras sonaban los aplausos enlatados del minuto 20 y a partir de ahí el equipo coruñés se metió en uno de tantos agujeros que conoció esta tarde. El Sporting pudo marcar y lo mereció. Aún no sabe Murilo cómo pudo fallar esa ocasión ante Dani Giménez. Al Dépor le condenaron en esos diez minutos fatídicos su distancia entre líneas y los fallos individuales de Bóveda, Salva Ruiz y, sobre todo, Ba, que recordó al jugador que protagonizó alguna de esas acciones que siempre le persiguen en Youtube con acometidas blandas al balón o despejes al centro. Los de Fernando Vázquez sobrevivieron, algo que no era poco visto lo visto.

A partir de la media hora y la pausa de hidratación se equilibró el duelo. Al Dépor le sentó bien el parón y el ajuste de su técnico que adelantó al equipo y lo armó más en la media para que no fuese tan largo. Peru pasaba a la media y daba el equipo otro armazón, menos distancia entre líneas y otro aire con Gaku en vértice derecho del rombo. El cambio táctico ensombreció quizás un tanto a Çolak. La variación no libró al Dépor de algún susto, de nuevo, por sus propios enormes, pero al menos la balanza empezaba a equilibrarse. Duelo en todo lo alto hasta el descanso con algún aviso de Beauvue, pero sin variaciones en el marcador.

El segundo acto lo inauguró Çolak con un chispazo que parecía prender en gol. El remate de Bóveda con los tres dedos se fue fuera a segundos del inicio. El Dépor salía decidido, quería mandar, aunque no estuviese del todo cómodo con el guión de partido planteado.

Fernando Vázquez estaba más y más pensativo a cada segundo que pasaba. No le terminaba de gustar lo que veía. Primero hizo una modificación de sistema, luego la revirtió y finalmente realizó un triple cambio, a lo NBA, antes de que llegase el minuto 55. Entraban Uche, Keko y Koné, se marchaba entre otro un Çolak, al que no le gustaba nada su adiós al partido. Esta decidida apuesta, muy de estos nuevos tiempos, le dio vigor al equipo, aunque sin excesivo orden. Más efectista que efectiva. El mayor símbolo de lo que se podía apreciar del equipo sobre el césped fue el voluntarioso, pero fallón Keko. Las sustituciones tuvieron un tanto de efecto gaseosa y pronto el Sporting volvió a mandar, pero ahora con otro método: el toque y la paciencia. Muchas mejores hechuras en el equipo de Djukic que en el Dépor.

Ese nuevo orden en el juego, de aire rojiblanco, acabó diluyendo al Dépor. Vázquez tiró pronto de un casi inocuo Christian Santos, mientras el técnico visitante hacía una doble sustitución. A los segundos, Djurjevic daba el segundo gran susto a los blanquiazules. Un remate que exigió una gran mano de Dani Giménez y un balonazo al aire salvador de Peru. El seísmo fue de consideración y le costó al Dépor despejar la mente y librarse del miedo y la ofuscación. Miedo y, sobre todo, impotencia.

Los últimos minutos fueron coruñeses, casi más por intención que por fútbol. Al Sporting parecía faltarle un punto de ambición y otro de aire físico en el tramo final. Aunque, en realidad, es que ni siquiera necesitó querer porque ya estaba ahí el Dépor o, más bien, Ba para regalarle el triunfo. Primero una pérdida, luego un fuera de juego mal tirado. Dos de muchas. Fue un auténtico milagro el 0-0, el primero de muchos que necesita este Dépor para salvarse. Eso sí, algo tendrá que poner de su parte para que se sigan sucediendo.

Ficha técnica (Deportivo-Sporting, 0-0):Deportivo:

Dani Giménez; Bóveda, Abdoulaye Ba, Peru Nolaskoain, Montero (Mujaid, m.79), Salva Ruiz; Çolak (Keko, m.53), Vicente Gómez (Koné, m.53), Gaku Shibasaki; Beauvue (Uche Agbo, m.53) y Sabin Merino (Christian Santos, m.67).

Real Sporting de Gijón: Mariño; Medina, Babin, Molinero, Cordero; Carmona, Salvador (Javi Fuego, m.90), Pedro Díaz (Nacho Méndez, m.67), Murilo; Manu García y Álvaro Vázquez (Djurdjevic, m.67).

Árbitro: Ais Reig, del comité valenciano. Amonestó a Javi Montero (m.49), del Deportivo.

Incidencias: Partido de la trigésimo segunda jornada de LaLiga SmartBank disputado en el Estadio Abanca-Riazor a puerta cerrada. Se guardó un minuto de silencio por las víctimas de la COVID-19.