La historia es a veces tan necesaria como injusta. No es fácil encontrar el punto desde donde mirarla. Demasiado cerca, demasiado lejos. Analizar en caliente no da perspectiva, alejarse termina elevando el recuerdo, sobre todo, si el desenlace finaliza en apoteosis. Habría que preguntarle a quien estaba en la grada en la temporada del gol de Vicente. Ojalá el 19 de julio el deportivismo respire, incluso antes. Acabará siendo más de lo que anhelaba cualquier seguidor en diciembre. La Segunda B era una realidad a la que se le había dado la mano. Asumida. Solo quedaba por ponerle fecha a la debacle 40 años después. Más de uno firmaba no sufrir. Hasta la esperanza era nociva.

Este Dépor te vapulea día sí, día también. Es tal la brutalidad de impactos, de sentimientos que el deportivismo vive aturdido. Un zarandeo tras otro. Entre la frialdad de la segunda parte ante la Ponferradina y la electricidad del descuento, entre el naufragio de la primera mitad frente al Rayo y el avasallamiento de la segunda, entre el equipo que se pasó una vuelta sin ganar y el que parecía invencible. Todo sin tiempo para reaccionar, para asimilar. ¿Quién tiene la lucidez necesaria para leer el poso? El de un equipo que no aprovecha su talento, el de un grupo que no se ha rendido a pesar de ser un trapo durante fases de la temporada, el de un conjunto que estuvo sin pulso con dos técnicos y que Vázquez revivió cual John Travolta a Uma Thurman en Pulp Fiction.Pulp Fiction ¿Cómo verá cada aficionado a este Dépor en 20 años? ¿Quién se acuerda a estas alturas del equipo de Caparrós?

Este conjunto y esta temporada la llevarán marcada a fuego toda su vida muchos seguidores. Más allá de que sea justo, el tiempo le dará un halo mítico y místico. Y, en realidad, no deja de tener un punto de verdad esa visión filtrada por los años y el desenlace. Fernando Vázquez, el único que creía cuando todos firmaban los papeles de la eutanasia, aparecerá en un lugar central. Se equivoca, lo seguirá haciendo. Pero nadie duda de que era el único capaz de levantar a este muerto. Un Moisés Moisésmás que un entrenador.