Descifrar esta Segunda División en la que un equipo como el Tenerife, que pasó tantos apuros como el Deportivo en la primera vuelta, se codea ahora con la aristocracia de la categoría puede resultar tan complicado como entender la razón por la que ayer el árbitro decidió pitar un penalti a Mujaid que a punto estuvo de decidir un partido en el que los blanquiazules, una vez más, se resistieron a caer. También tendría lo suyo llegar a comprender cómo a los locales les faltó tan poco para llevarse un encuentro en el que si hubo alguien que se lo mereció, fue el equipo de Fernando Vázquez. Por juego, ganas y ocasiones fue la actuación más convincente de los deportivistas desde que se reanudó la competición y estuvieron a un palmo de marcharse de vacío por la intervención de un colegiado demasiado firme en la aplicación del reglamento. Fue Aketxe el que puso una pizca de justicia en el descuento con un tanto que permite al equipo mantenerse invicto desde el regreso del campeonato y sumar un punto que garantiza esquivar los puestos de descenso una jornada más.

Sabe a poco si se atiende a la versión que mostraron ayer los deportivistas en el partido más redondo desde la vuelta del campeonato, pero representa una muestra más de fe de un conjunto que se ha acostumbrado a nadar contracorriente y que se desenvuelve bien en esas circunstancias. No es poco tratándose de un equipo, el deportivista, al que no le queda más remedio que pelear por su propia supervivencia de aquí al final de temporada. No hay nadie más curtido en ese sentido que los blanquiazules, a los que ayer les tocó sobreponerse a un penalti dudoso, a la lesión de uno de sus jugadores más importantes y a la frustración de verse por debajo en el marcador sin merecerlo.

El partido tenía los suficientes alicientes para los dos equipos como para que se presentase un duelo disputado. El Tenerife afrontaba la posibilidad de amarrar la permanencia y confirmarse como aspirante al play off, mientras que el Deportivo podía enlazar la tercera victoria consecutiva y acercar un poco más la salvación. No cabían demasiadas concesiones, así que el encuentro arrancó con alternativas para los dos. Hubo ritmo y oportunidades en un comienzo enérgico en el que ninguno se reservó nada.

Salió ambicioso el Tenerife y no se arrugó el Deportivo, que respondió a la primera oportunidad local con una cabalgada de David Simón desde su propio campo hasta el área defendida por Ortolá. El latigazo del lateral lo tuvo que despejar con algún apuro el que fuera la temporada pasada portero deportivista. En el defensa canario, impetuoso como pocos en este regreso tras superar la lesión que lo apartó del equipo durante buena parte de la temporada, ha encontrado Fernando Vázquez un valioso activo ofensivo al que saca cada vez más partido.

Sólido como no se había visto hasta la fecha en una primera parte, el conjunto blanquiazul fue capaz incluso de sobreponerse a la inesperada lesión de Uche Agbo cuando apenas se habían disputado veinte minutos. Al nigeriano le cayó encima un rival con la pierna extendida y está por ver cómo de grave es el percance, pero esta competición exprés ofrece poco margen para la recuperación de un jugador que se había convertido en pieza clave para Fernando Vázquez. La solución del técnico para suplirlo fue llamativa, incluso algo arriesgada, pero el de Castrofeito ha encontrado en Borja Valle una especie de comodín.

Vázquez repitió una fórmula que ya empleó contra la Ponferradina y que funcionó por el sacrificio que mostró el berciano para solventar una papeleta nada sencilla. Le dio sentido al juego y estuvo incluso atento para corregir y tapar huecos conforme avanzaban los minutos y el Deportivo iba inclinando el partido a su favor.

El equipo confirmó tras el descanso las buenas sensaciones del primer tiempo. Vallejo y Mollejo tuvieron más presencia por las bandas, Gaku ganó protagonismo por el centro y se empezaron a suceder las oportunidades. Primero lo probó el japonés con un disparo desde la frontal que desvió Ortolá a córner. Después sería Sabin Merino el que rozaría el tanto con un remate en el primer palo tras un saque de esquina.

Abusaba por entonces el Deportivo del Tenerife y crecía la sensación de que los blanquiazules estaban perdonando a un rival superado. Solo su portero mantenía a los canarios en el partido con intervenciones salvadoras. A Christian Santos le negó el gol con el pie tras una gran combinación entre Gaku y Salva Ruiz. Eso fue antes de que el árbitro reclamara su cuota de protagonismo con un penalti inexplicable.

La novatada la pagó Mujaid, impecable todo el partido, al que castigó por supuestamente apoyarse en Joselu para despejar un balón.

Nadie en las filas deportivistas se lo explicaba, menos un Fernando Vázquez que acabó expulsado mientras le sugería al colegiado que revisase la jugada. Picó el árbitro ante la exageración del delantero del Tenerife y transformó Luis Milla ante Dani Giménez.

Al Deportivo le quedaba entonces el recurso de la épica, como hace unos días contra la Ponferradina, y se lanzó a intentarlo. Buscó la portería de los locales con ambición y Aketxe se encontró un balón suelto en el área que no desaprovechó para llevar algo de justicia al marcador.

El empate compensa en parte la frustración que hubiera supuesto marcharse de Tenerife de vacío, pero no llega para que el conjunto blanquiazul deje atrás el peligro. El descenso sigue muy presente para los deportivistas, que sin embargo se muestran cada vez más sólidos conforme pasan las jornadas y avanza esta competición exprés. Ayer mostró una actuación coral de mérito que en condiciones normales le hubiera servido para imponerse con claridad de no mediar la intervención decisiva del colegiado en una acción en la que era necesaria mucha imaginación para castigar.