Con el capitán Fernando Vázquez en la parte alta del barco tapándose del sol con la mano, el Dépor atisba la orilla. Muchas veces se dio por naufragado a este equipo, otras tantas por muerto o por imposible. Y como si fuese una metáfora de su temporada, exhausto, reinventándose, sobreviviendo, le dio la vuelta a un partido en el peor contexto posible. Un Dépor de doble cara, las dos buenas, acabó sometiendo al Huesca. Primero con un primor futbolístico con Aketxe al mando para levantarse del golpe de Rafa Mir y luego con orden y solidaridad. Estaba en la lona, se levantó. Sigue vivo y atisba el objetivo. Aún le esperan peligros antes de completar la travesía. Lo sabe cualquer marinero, pero de momento parecen menos.

Si a un equipo se le pone a prueba en las dificultades, la escasez y las apreturas, las circunstancias examinaban hoy al más alto nivel. El Numancia había ganado, llegaba el gran candidato a subir y en forma, y las bajas le golpeaban en la misma zona, el pivote, tras haber tenido que 'improvisar' ya en otras posiciones. Todo en contra, todo predisposición en el grupo para ponerle la cara, para rehacerse. Creen. Y se nota que son otros desde la victoria en Elche con Álex al mando atrás. Las piezas encajan y el equipo y el fútbol fluyen. Se adapta a cualquier contexto, a cualquier nombre.

Ya había sido ligeramente mejor que un Huesca dominador en los primeros minutos. El gol de Rafa Mir, una acción aislada y en parte mal defendida, no le desvió de su camino. Confió, porfió, siguió. Se agarró a Aketxe y a Gaku y supo intercalar repliegue y presión y acabó poniendo contra las cuerdas a su rival. Solo sufría a balón parado. El mejor termómetro del momento de un equipo es su comodidad con la pelota y sin ella y el estado de forma de su estrella. Hoy todo conectaba en la primera parte coruñesa.

Dos jugadas kilométricas, con gusto y confianza, le acabaron dando la victoria momentánea al equipo coruñés al descanso. 2-1. Primero su '10' culminando desde la frontal, como solo él sabe, una gran jugada coral. Y después el cazabalones Christian Santos. Otra soberbia combinación con taconazo de Mollejo incluido y su chilena acabó en la red. Había fallado dos, la tercera ya no. Era su titularidad, no la iba a desaprovechar.

Los primeros segundos del segundo acto ya adelantaron que el guion de partido iba a cambiar. El Huesca, con lo mismos nombres, subió líneas y asedió. Si los saques de esquina forzados sumasen, habría goleado, pero el equipo coruñés iba resistiendo. No sin sustos. Cristo mandó casi sin querer un balón al palo con un Dani Giménez que daba la impresión de estar al 60%. Cada balón al área era un sufrimiento, más por el temor ante lo que podía ocurrir que por lo que realmente estaba pasando. El equipo coruñés se movía con cierta comodidad en el repliegue y los oscenses solo apretaban a balón parado y por empuje. La renuncia blanquiazul a la pelota aumentaba una sensación de ahogo un tanto ficticia.

La inquietud tenía doble procedencia. Por lo que amenazaba el contrincante y por lo que podía suceder en la mente de Ais Reig, que ya en la primera parte se afanó en reprender de manera previa a Pulido antes de cualquier posible penalti. Luisinho fue el protagonista del siguiente sobresalto desde la frontal. Hubiera sido demasiado cruel. También tuvo una oportunidad Sergio Gómez.

La pausa de hidratación y los minutos previo le sirvieron al Dépor para equilibrar el duelo. Los cambios le dieron aire y un poco más de juego interior cuando algunos de sus jugadores ya estaban exhaustos, como era el caso de Aketxe. Borja Valle, que había hecho un partido soberbio en una posición novedosa, ya no tomaba tan buenas decisiones. El latigazo de Rafa Mir pudo ser el gran disgusto cuando se acariciaba el triunfo. Respiró en esos minutos, que no era poco, y hasta se asomó al área rival. Todo antes del último apretón del Huesca, que acabó llegando.

Estaba obligado, tenía calidad e inquietó el equipo de Míchel, pero le faltaba fuelle. Había jugado el lunes y el jueves, las rotaciones ya no surtían efecto. Y eso que ya estaba Juan Carlos sobre el césped. Otro fantasma que se aparecía por Riazor. Finalmente, hubo más miedo que ocasiones y hasta Sabin Merino pudo hacer el 3-1. Falló. El Dépor de las emociones fuertes no iba a estropear su estadística ganando con holgura. No es su estilo.

Ficha técnica (Deportivo-Huesca, 2-1):

Deportivo: Dani Giménez; Bóveda, Mujaid, Bergantiños, Montero, Salva Ruiz (Hugo Vallejo, m.82); Aketxe, Gaku Shibasaki (Vicente Gómez, m.58), Borja Valle (David Simón, m.82), Mollejo (Çolak, m.71); y Christian Santos (Sabin Merino, m.71).

Huesca: Álvaro Fernández; Miguelón (Mboula, m.80), Josué Sá, Pulido, Luisinho; Mikel Riko (Juan Carlos, m.80), Mosquera (Okazaki, m.68), Cristo González (Eugeni, m.68); Sergio Gómez, Rafa Mir y Ferreiro.

Goles: 0-1, M.8: Rafa Mir. 1-1, M.19: Aketxe. 2-1, M.43: Christian Santos.

Árbitro: Ais Reig, del comité valenciano. Amonestó a Pulido (m.29), Luisinho (47+), del Huesca; y a Gaku Shibasaki (m.47) y Bóveda (m.84), del Dépor.

Incidencias: Partido de la trigésima octava jornada de LaLiga SmartBank disputado en el Estadio Abanca-Riazor.