El abismo se quedó ayer a un paso para el Deportivo, que se asoma a la Segunda División B tras caer ante el Mirandés en otro partido horrible. El equipo blanquiazul ya no depende de sí mismo para evitar el descalabro después de los resultados de ayer. Abandonar el fútbol profesional es una posibilidad real que el conjunto coruñés ha ido cocinando a fuego lento en las últimas jornadas. El mérito es suyo y de nadie más, porque tenía hasta tres oportunidades de confirmar una permanencia que ahora queda en manos de los rivales. Ganar al Fuenlabrada y esperar el pinchazo de Lugo o Albacete representan ahora mismo el camino de la salvación para un Dépor que se ha condenado a sí mismo a un desenlace dramático.

Todo cuanto podía salir mal ayer lo hizo. No hay consuelo posible porque con todo en la mano se volvió a dilapidar una oportunidad inmejorable para dar carpetazo a una temporada que va camino de convertirse en la más triste de la historia del club. El equipo no volvió a estar a la altura y cayó con merecimiento en un partido que erosiona un poco más la figura de Fernando Vázquez, artífice de la brillante remontada protagonizada desde comienzos de año y a la vez responsable del hundimiento de las tres últimas jornadas. Volvió a fallar el planteamiento del técnico y una vez más la ejecución de los jugadores, como ocurrió ante Málaga y Extremadura.

Vázquez aseguró en la víspera que no era el momento para ninguna "revolución", pero sorprendió de entrada con Ba en el lugar de Montero, Vallejo por delante de Bóveda en la banda derecha y Christian Santos como único punta. A pesar del regreso de Peru Nolaskoain, era una alineación llamativa dada la trascendencia del partido en Anduva, pero rara vez los onces sirven para sacar conclusiones. Había que esperar a ver cómo se comportaba el equipo, qué planteaba y de qué modo se plantaba ante un rival sin demasiado en juego. Una vez comprobado eso, no hubo demasiadas dudas.

El Deportivo volvió a ser un conjunto timorato, a la expectativa y completamente replegado. Con el marcador en contra fue además un equipo desordenado, sin ideas y al que se le notó demasiado la desesperación. Christian Santos presionaba la salida del balón, desfondándose, pero no lo secundaban sus compañeros, agazapados en dos líneas muy juntas sobre el área de Dani Giménez. La receta, confesaría después Vázquez, era recuperar y salir al contragolpe. No lo hizo nunca en la primera mitad, en gran parte porque cuando recuperaba el balón lo hacía a 80 metros de la portería contraria y sin jugadores por delante.

La fórmula que resultó infalible para abandonar los puestos de descenso hace unos meses se ha convertido en una losa que ha impedido al equipo progresar en esta competición exprés posterior al confinamiento. Solo cuando se ha visto obligado por el marcador, como ante Oviedo, Rayo Vallecano o Huesca, el Deportivo ha buscado al rival. Como norma general, Fernando Vázquez ha tendido a entregar las primeras partes. Ayer lo volvió a hacer y lo pagó muy caro.

Había tiempo por delante para neutralizar el espléndido gol de falta de Merquelanz que puso por delante al Mirandés con merecimiento, pero la reacción deportivista se quedó en un arreón al comienzo de la segunda parte provocada por la entrada de golpe de Sabin Merino, Aketxe, Borja Valle y Keko. Fueron los mejores minutos de los blanquiazules, que se asomaron a la portería de Lizoain sobre todo con incorporaciones por las bandas.

Hugo Vallejo, con terreno para encarar fue más peligroso y ganó la línea de fondo en un par de ocasiones, pero le faltó acertar con sus servicios en el área. Parecía entonces que el Deportivo encontraría la manera de arrinconar al Mirandés, pero el equipo de Andoni Iraola volvió a ser capaz de dormir el partido.

Poca capacidad de maniobra le quedaba por entonces a Vázquez, que había agotado los comodines después del descanso. La entrada de Beauvue prácticamente sobre el final ya no cambió nada y quién sabe si hubiera sido necesaria la incorporación de alguien con un perfil como el de Çolak un poco antes para acabar de arrinconar a los locales.

El resultado, sin embargo, sonreía al Deportivo porque el Lugo empataba contra el Tenerife. El mazazo llegó en el descuento con el tanto de la victoria de los lucenses y la derrota blanquiazul. El descenso se convierte desde ayer en el escenario más posible para un conjunto que en las últimas semanas ha dilapidado todo lo que había conseguido. Solo una victoria contra el Fuenlabrada y la colaboración de alguno de los rivales salvarían al Dépor de un descalabro que hace un par de semanas parecía improbable.