El Deportivo se agarra a lo que sea con tal de seguir creyendo que todavía es posible evitar la caída a Segunda B, un abismo que logró sortear in extremis hace 32 años con el gol de Vicente Celeiro al Racing de Santander en el descuento (m. 93) de la última jornada. Cuando todo parecía perdido, aquel agónico tanto arregló una situación límite para cambiar la historia del club y abrir las puertas de una nueva era, la más gloriosa desde su fundación en 1906. "Está complicado, pero hay que creer hasta el final", recomienda Vicente al analizar las opciones blanquiazules de evitar la quema. "El Dépor depende de otros resultados pero es difícil que tanto Lugo como Albacete ganen los dos, a pesar de que se enfrentan a rivales que no se juegan nada en la última jornada. Lo que tiene que hacer el Deportivo es ganar su partido, que no será fácil, porque el Fuenlabrada se juega el play off. Vamos a pensar que puede acabar todo bien, como aquel año", desea el héroe blanquiazul aquel 22 de mayo de 1988.

Entre el curso 1987-88 y el actual "las similitudes son evidentes". Aquella fue otra campaña negra, que empezó a torcerse incluso antes de comenzar, con la salida de José Luis Vara y el fallecimiento de Javier Sagarzazu en el autobús del equipo camino de Carral para disputar un amistoso. Como ahora, hubo tres entrenadores diferentes -Eusebio Ríos, Luis Rodríguez Vaz y Arsenio Iglesias- y hasta cuatro presidentes. "Más negativa que aquella temporada no es esta", asegura Vicente.

El exdelantero blanquiazul rescató in extremis a un Dépor al que entonces, como ahora, no le sobraba nada. "Aquel año tampoco estaba el equipo para tirar cohetes, nadie daba un duro por nosotros y la verdad es que nosotros tampoco teníamos mucha autoestima. Las pasamos canutas pero al final lo conseguimos. Puede que salga todo mal, pero vamos a ser optimistas y pensar que si aquel año con mi gol se dio esa situación, ¿por qué no ahora también?".

El exdelantero opta por hacer una lectura "optimista" de la situación actual, consciente de que "está complicado, pero se puede dar". Eso sí, lamenta "la dinámica de los últimos partidos", en los que el Dépor dejó escapar un objetivo que casi tenía en la mano, al caer ante Málaga (1-0), Extremadura (2-3) y Mirandés (1-0). "Fue una pena, sobre todo el día del Extremadura en Riazor. No puedes perder contra un rival descendido, jugándotela como te la jugabas, y luego no puntuar en Miranda", expone apesadumbrado el vilalbés.

Más de tres décadas después de su rescate al Dépor, el equipo coruñés vuelve a afrontar la última jornada en Riazor con el objetivo de no bajar a Segunda B, aunque en esta ocasión sin público en las gradas, una "situación anómala porque la gente no puede ir al estadio a animar a su equipo". Pese a ese hándicap de tener que competir a puerta cerrada, "los jugadores saben que tienen que hacer bien su trabajo, saben que juegan para una afición, para una ciudad y para un club histórico".

Sobre su inolvidable gol que dio vida al Deportivo, Vicente Celeiro tiene grabada en la memoria "la imagen del subidón que nos dio a todos" y el lógico desahogo del final feliz por "todo lo que contienes y acumulas de ansiedad y tristeza en un año en el que todo había sido negativo". Lo festejó a lo grande, corriendo desatado hacia la curva de la antigua grada de General, una imagen que no solo a él, sino "a todo el mundo se le quedó grabada". Su gol fue uno de los más trascendentales en la historia del Deportivo. Por eso el club le dedica un lugar destacado en la exposición Riazor 75: Recordos dun océano de soños, que se puede visitar hasta el 2 de agosto en el Kiosko Alfonso.