El Deportivo dio ayer carpetazo a la etapa más reciente de su historia. El modelo basado en el capitalismo popular que le condujo a sus mayores éxitos, y que en los últimos años quedó muy debilitado dada la precaria situación económica blanquiazul, quedó aparcado con la entrada de Abanca como máximo accionista. Los socios respaldaron de forma mayoritaria ceder a la entidad financiera el control del club en la junta extraordinaria. El 96% de los votos fueron favorables a cada una de las tres ampliaciones de capital planteadas por el consejo de administración. Estuvo presente o representado casi el 43% del capital social (73.327 títulos pertenecientes a 3.045 accionistas) previo a la votación.

Porque, después del recuento, el mapa de la propiedad del Deportivo dio un vuelco por completo. Si hasta ayer existían un pequeño puñado de accionistas que aglutinaban paquetes importantes de títulos, todos han quedado sometidos a Abanca, que a través de una capitalización de acciones consumó ayer su desembarco en el club.

La entidad que preside Juan Carlos Escotet se convirtió anoche con un respaldo unánime en el socio de referencia del club. El banco pasa a controlar el 78% del capital social después de capitalizar títulos por una cifra cercana a los 35 millones de euros y, aunque ese porcentaje podría reducirse en función del éxito que tenga la tercera ampliación reservada a socios actuales y nuevos inversores, se convierte en el propietario.

A pesar de ello, el presidente deportivista, Fernando Vidal, afirmó que la operación no pone en riesgo el futuro del club y desmintió que se trate de una estrategia especulativa. "Les puedo garantizar que esto no me parece una operación de especulación", afirmó ante los socios presentes en la asamblea de ayer celebrada en Palexco entre medidas de higiene especiales debido al coronavirus.

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Una junta en medio de la indignación por el caso Fuenlabrada

El respaldo a las ampliaciones fue unánime a través de las acciones controladas por el consejo de administración en una junta en la que la principal oposición llegó desde la propia directiva. Miguel Otero denunció desde el estrado las supuestas irregularidades en las cuentas que avanzó hace unos meses para desmarcarse de la operación con Abanca. Sentado en la mesa del consejo, y antes de que se promoviese por parte del presidente su destitución, Otero defendió que la deuda y las obligaciones de pago del club son menores de las que se han declarado y recomendó a los socios que votaran en contra de las diferentes ampliaciones de capital. "Las cuentas no están tan escaralladas y por eso recomiendo a los accionistas que voten en contra", manifestó en referencia a las palabras del presidente de Abanca, Juan Carlos Escotet, cuando se anunció el acuerdo con la entidad financiera.

Las revelaciones del que fuera presidente de la Federación de Peñas, que sostiene que existe un desfase de 20 millones de euros en la deuda, no tuvieron efecto en las votaciones. El club, a través del consejero Toño Armenteros, respondió que las cuentas se encuentran auditadas de manera externa y aseguró que no se ha detectado ninguna "irregularidad".

La directiva defendió las tres ampliaciones de capital planteadas como solución a la delicada situación económica en la que se encuentra el club. El consejo que encabeza Fernando Vidal insistió en que la operación con Abanca es la única salida posible para asegurar la viabilidad futura del club. Lo hizo el consejero José Luis Queijeiro, que detalló cada una de las fases de las que consta. Fue también el encargado de justificar las ampliaciones de capital.

"En diciembre la situación era límite", recordó Queijeiro sobre la fecha en la que la actual directiva aterrizó en el club. Por ese motivo, detalló la importancia de que Abanca saliera de la junta de anoche como máximo accionista. Lo consiguió mediante una primera ampliación de capital cercana a los cinco millones de euros con la que se capitalizó el préstamo participativo que permitió al equipo reforzarse en el mes de enero y una segunda de alrededor de 30 millones a través de la que se transformó en acciones parte de la deuda que el club mantiene con la entidad bancaria desde que en 2017 firmó el préstamo con el que liquidó las cuentas pendientes con la Agencia Tributaria.

Queda una tercera ampliación por valor de 35 millones que arrancará en agosto y se extenderá hasta principios de octubre en la que aquellos socios que lo deseen podrán aumentar su participación. También estará abierta a nuevos inversores con un tope máximo de 4.500 acciones, según explicó ayer el consejero Queijeiro.

El capital social deportivista pasa así de los 10,2 millones que figuraban en el registro mercantil a los algo más de 45 que tendrá ahora con Abanca como accionista de referencia. La cifra podría aumentar hasta los 80 en función del éxito de la tercera ampliación aprobada ayer y clausura el modelo que había regido el club hasta la fecha.

Desde que se convirtiera en Sociedad Anónima Deportiva en 1992 con un respaldo insólito de sus socios, la propiedad del club blanquiazul se había mantenido muy dividida. Los estatutos establecían que ningún accionista podía superar el 1% del capital social, pero esa restricción se levantó y ahora pasará a estar controlado por una entidad bancaria.