La Xunta informó ayer de los requisitos para que los clubes soliciten ampliar los aforos máximos permitidos para los eventos deportivos, que fueron establecidos en 300 personas en el caso de los recintos cerrados y en 1.000 al aire libre. Aquellos que consideren que necesitan y que es posible aumentar el número de personas que acceden a los mismos tienen que presentar a Sanidade un protocolo individualizado en el que se especifique el aforo máximo solicitado, que en ningún caso puede ser superior al 75% en relación con el aforo máximo permitido, así como la elaboración de un plan de acceso al recinto y de control de los asistentes. El Leyma Coruña de baloncesto ya lo ha presentado para sus partidos de la temporada en el Palacio de los Deportes de Riazor y el Liceo, con el que comparte instalación, trabaja en el suyo y prevé tenerlo en los próximos días. El Deportivo, por su parte, que ayer ya rebasó la barrera de los 11.000 abonados, espera confirmación de las exigencias para trabajar en la elaboración del suyo para Abanca Riazor.

Sanidade será la encargada de dar luz verde a ampliar estos aforos, que dependerán siempre de la situación epidemiológica en cada momento. Pero las exigencias para hacerlo son también grandes y el público, además de respetar las normas básicas como el uso de mascarillas y mantener la distancia de seguridad, deberá permanecer siempre sentado, con la prohibición añadida de comer en las gradas. Los protocolos deben incluir un cálculo del número de personas que pueden entrar en la instalación teniendo en cuenta que tanto a cada lado como arriba y abajo hay que dejar una separación mínima de un metro y medio y que tampoco se puede superar el 75%. En el caso de Riazor, el margen es amplio. Las 1.000 personas suponen solo poco más del 3% del aforo total. En el Palacio, 300 son un 6,6%. El 75%, el tope fijado para el resto, supondrían 24.000 y 3.000 asistentes respectivamente, aunque teniendo en cuenta que uno de las principales requisitos es evitar las aglomeraciones, parece poco probable que se aprueben estas cantidades, pero sí que se amplíen los límites actuales.

Otra de las exigencias para el protocolo es la actuación para los accesos. Las entradas y salidas tienen que estar indicadas e incluso con turnos organizados siempre supervisados por personal de seguridad. Las gradas deben ser independientes para que no haya relación entre ellas y disponer de zonas en las que por motivos justificados (la convivencia) se flexibilicen las medidas de distanciamiento. Además, se valora positivamente la venta de entradas por adelantado con asientos preasignados y la implantación de sistemas que permitan la identificación del público y su contacto para posibles rastreos en el caso de que se detecte un positivo, además de un protocolo de actuación para estos casos.

En cuanto a la limpieza, los clubes deberán asegurar la completa desinfección de la instalación, que tendrá que disponer de geles hidroalcohólicos y señalética que recuerde las medidas básicas de higiene personal. La asistencia a los estadios era uno de los puntos más controvertidos del protocolo para la vuelta al deporte. No son lo mismo 300 espectadores en un pabellón con aforo para 600 que en uno con capacidad para 4.000. Como tampoco lo son 1.000 personas en un estadio de 2.000 asientos que en uno de 30.000. Esta opción abre las esperanzas de los aficionados, pero siempre que la situación epidemiológica sea positiva.